Entro al lugar sin esperanza alguna, esas murieron cuando era un simple e inocente niño. No quiero estar aquí y eso no es misterio para nadie. Pero es obvio, ya que si quisiera estar en este maldito lugar no estaría en este consultorio improvisado.
—¿Otra vez aquí, Gabo? — Preguntó cansada, pero con una sonrisa irónica Eugenia.
Esta mujer es de todo un poco, creo que es profesora, directora de un colegio carísimo y aparte es psicóloga. Tiene cincuenta y tantos si no es que sesenta, pelo rubio rojizo, casi pelirrojo, facciones delicadas, una altura promedio y unos dulces ojos avellana que me miran con preocupación y cariño. Sigue súper activa por lo cual los años no le pasan encima y eso es algo... ¿Admirable? No lo sé, sólo sé que he visto mujeres más jóvenes que ella pero que sin embargo están destruidas.
—Y... Es lo que hay, Euge— respondí en un bufido, sin embargo, intentando mostrarle una sonrisa. En este puto lugar ella es una de las pocas que siempre me trato con cariño y nunca demostró falsedad.
—¿Ahora qué hiciste? Digo, como para que vengas aquí de nuevo...
—Lo de siempre... Me escapé, por obligación la madre superiora llamó a la policía luego de 12 horas y para mi triste suerte, me encontraron en una redada a una plaza de Palermo... Cerca del Gallinero— dije con tranquilidad, tirándome en el sillón que está frente al escritorio de la licenciada.
—Ya te dije que no lo hagas... Vas a terminar en la calle... Estas a meses de cumplir tus 18 años...
—Todavía no hacen 6 meses de que cumplí los 17, así que tan cerca de los 18 no estoy, para mí mala suerte— el sarcasmo es parte de mí, no es mi culpa.
—Bueno... Sí, pero de aquí no sales con ayuda financiera a menos que completes el secundario, y por tu conducta aún te falta último año. Terminaste tu penúltimo año a duras penas y sólo porque la madre superiora de tu último colegio fue amiga de la madre Ofelia y eras el protegido de esa mujer...— respondió Euge abriendo mi expediente, el cual graciosamente se encontraba sobre su escritorio.
En hojas de papel reciclado, las cuales son de color crema o medio marrones, se colocan los años "malos", ya que en esta prisión la conducta de los internos es evaluada por año. En hojas limpias, blancas inmaculadas, están los años buenos. Hay expedientes que como mucho, tienen 3 O 5 hojas... El mío debe tener 15, quince años de estar en esta maldita cárcel sin poder ser quien quiero.
Obviamente el mío está más con hojas de papel reciclado que con hojas blancas cual algodón por el hecho de que siempre que puedo me escapo y nunca tuve buenas actitudes hacia la iglesia que tanto profana este... Lugar; sin mencionar que hasta los diez años apenas y dije palabra, lo que también se volvía un conflicto.
Quiero salir de aquí, no me gusta, no me siento feliz y mucho menos cómodo. Si fuera por mí estaría estudiando para ganar una buena beca en un colegio caro y de buen programa. Eso me ayudaría con becas para la universidad y podría seguir con los pocos sueños que tengo... O al menos tendría algo más que esperar de mi vida, trabajando, estudiando o lo que sea.
—Eso lo sé, mejor que nadie... Pero en los colegios religiosos que hacen la caridad por orfanatos como este, ya no me quieren— exclamé en respuesta, cansado.
La psicóloga suspiró y sonrió pícara. Ahí supe que algo se traía entre manos. Levanté una ceja y ella comenzó a leer en voz alta la primera hoja de mi expediente.
—Marco Gabo D'Angelo, diecisiete años, nacido el 17 de diciembre del año 20XX; dejado a cuidado del hogar para niños desamparados "Nuestra Señora de la Misericordia" a la edad de 3 años recién cumplidos por sus padres. De niño buena conducta hasta la edad de 10 años donde comenzó a "revelarse" en contra de la Iglesia católica apostólica romana y las normas de convivencia de la institución. Expulsado de 5 colegios secundarios distintos y sin intereses relevantes a ojos de la institución...— Leyó y dejo el expediente abierto sobre la mesa, a todo esto, yo miraba desinteresado básicamente desparramado sobre la silla. —Interesante expediente... ¿No crees? — Dijo Eugenia con cierto tono que no me convenció a la vez que juntaba sus manos y las apoyaba sobre el escritorio.
—Si... Muy interesante, tan interesante que fue creciendo a medida que yo crecía porque nadie me quería... ¿A dónde querés llegar, Euge? — Pregunté, esto es innecesario.
Al no recibir respuesta de la mujer frente a mi bufé por lo bajo, esto se está alargando y no me siento bien, no fue un buen día.
—Mentí en el informe como haces siempre y déjame ir... Quiero ir a dibujar y despejarme
—Espera— dijo interrumpiendo su propio aire de misterio al ver cómo había levantado mi mochila del suelo. —Quiero proponerte algo y créeme que te interesará― demandó yendo al punto y deje la mochila en el piso. —Quiero empezar un programa de escolaridad secundaria para menores con pocas oportunidades y gran potencial. Tengo el apoyo necesario y necesito chicos como vos para empezarlo...
—¿Qué clase de programa, Euge?
—Es un programa de becas. El colegio otorga el uniforme y el material bibliográfico para los años que cursen y se busca de otorgarle un hogar provisorio, algo como las casas para chicos de intercambio— Explicó y mi rostro se iluminó.
—¿O sea...— Comencé a decir, sin poder creer lo que tengo que explicar para aclarar mi cabeza. — ... ¿Quiere decir que puedo entrar a tu colegio súper prestigioso con una beca completa para hacer mi último año y largarme de éste lugar en el proceso? — Pregunté lo obvio con una sonrisa incrédula en mi rostro. Euge sonrió y comenzó a asentir, dejándome saber que entendí todo perfectamente y tengo un ticket dorado.
—Obviamente para un colegio como este vas a tener que rendir un examen para igualar tu nivel académico con el del colegio, así como un examen aparte de inglés avanzado después del primer trimestre de clases para confirmar un avance y crecimiento de tu parte, pero yo te consigo un tutor y te paso el programa...— Agregó sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Pero... ¿Por qué yo?
—Porque tenes capacidad, sos uno de los chicos más inteligentes que vi en toda mi carrera cómo psicóloga y como profesora... El programa te lo voy a hacer llegar por un mensaje y sé que lo vas a estudiar al pie de la letra; sé que te vas a estudiar todo y que te vas a preparar muy bien... Así como sé qué vas a hacer hasta lo imposible para salir rápido de aquí— respondió Eugenia tranquila.
—Bueno, tenes la razón del puto mundo...
—La madre superiora ya lo aprobó, durante estos años fuiste una espina en su costado y te aseguraste que esa vieja religiosa te deteste; su cara era casi la misma cuando le hablé del proyecto. Así que... ¿Qué decís? ¿Aceptas? —Preguntó Euge expectante y con más entusiasmo que yo incluso, a la vez que extendía su mano en dirección a la mía.
—¿Si acepto? Por un carajo, eso ni se pregunta— Dije sonriente, a la vez que tomaba su mano.
Al fin hay un poco de luz en mi camino.
ESTÁS LEYENDO
El Enigma Del Angel
De TodoLa historia de una persona puede iniciar en distintas etapas de la vida, distintos momentos y circunstancias; no siempre es cuando uno nace. Gabo bien que lo sabe, con su vida llena de limitaciones, reglas y estupideces. Sin un futuro, con ambicion...