Capítulo 27: Gira.

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—No vayas...
—¿Y ligar un entrenamiento tres veces más pesado?— reí levantándome, volteándome a sus ojitos suplicantes. —Por mucho que me gustaría quedarme, no me voy a arriesgar a la ira de tu mellizo
—Pero podes entrenar a la tarde— replicó, moviéndose hacia mí.
—Hagamos un trato
—¿Y ese cual es?
—Yo entreno ahora, tu hermano no se desquita con mi físico y a la tarde vamos a merendar a tu pastelería favorita

Mia lo meditó, se movió hasta estar frente a mi y finalmente sintió, no muy convencida.

—Bien, pero nos duchamos juntos para ir a desayunar
—Me parece justo— me despedí con un beso y salí de la habitación antes de volver a la cama.

Me dirigí hacia el gimnasio de la casa, donde Teo ya estaba calentando. Lo saludé con un asentimiento y comencé a calentar según la rutina que habíamos establecido. Era una secuencia estricta, fuerte y repetitiva. Una diferente cada dia de la semana, cosa que me dejó desecho durante las primeras semanas del mes, ahora dos semanas después estoy un poco más acostumbrado.

Terminando con los ejercicios en las máquinas, volví al ring, donde con Mateo nos molíamos a golpes. Bueno, no como tal, pero si nos dábamos nuestras palizas con las manos vendadas; todo con el objetivo de aprender a esquivar cortes, golpes y heridas que podrían matarme. Pocas veces usé técnicas ofensivas, según Anto, primero debo saber cómo defenderme antes de saber cómo atacar.

—¿Listo?
—Nunca
—Que amoroso
—Como siempre, Teo

Mateo con una sonrisa iba a empezar a atacar como siempre; pero la puerta de la habitación fue abierta de repente y en el silencio de las seis de la mañana, se sintió como un portazo desesperado. Un Ezra preocupado apareció por esta, mirándonos de una forma poco confiable, como si quisiera decirnos algo.

—¿Tío Ra?
—Tu mamá... Toto los espera abajo, necesita hablar con ustedes

Con el castaño compartimos una mirada rápida antes de bajar del cuadrilátero y seguir al preocupado hombre de rastas. Estuvimos en el comedor en menos de lo que canta un gallo. Mia y Bianca ya estaban abajo, aún en pijama. Era día de escuela, pero aún faltaba una hora para el desayuno de siempre. Tomamos asiento en los lugares de siempre y esperamos a que Anto llegue.

La mujer castaña estaba... Rara. Las últimas dos semanas estuvo distante y casi no la he visto. Mia adjudicó eso a que tenían mucho trabajo, que su papá estaba en un viaje no previsto en medio oriente porque las cosas se estaban poniendo... Feas. Y la expresión en la cara de Anto me deja saber que decir que la situación está fea, es poco.

—¿Qué pasa ma?
—Mia, chicos... Tengo algo que decirles y no les va a gustar— el suspiro que Anto dejó salir nos tensó a todos.
—¿Alguien murió?
—¿Nos declararon la guerra?
—No, nada de eso... Pero si tenemos que evitar una guerra, Teo
—Anto, disculpe, pero nos hizo llamar así que supongo que el plural también nos incluye a Gabo y a mí... ¿Cómo podríamos ayudar nosotros?
—Bianca, te dije que no me trates de usted— renegó Toto, sentándose finalmente.
—Perdón, pero la pregunta es la misma
—Pasa que...— soltó el aire que aparentemente retenía y prendió un cigarro. —Hay clanes, familias que han empezado a dudar de nuestra posición como líderes del Clan Delle Gallo Moro...
—¿Y eso donde nos para?— pregunté con miedo a la respuesta.
—En una situación muy vulnerable, Bito— respondió Teo, sacando sus ojos de su mamá y volviendo a mí. —Básicamente estamos en una posición donde ante la mínima falla, podrían armar un boicot y derrocarnos, desaparecernos de la faz de la tierra
—¿Y Antonio qué dice?— preguntó Bian.
—Papá coincide con la decisión que tomé, dice que es acertada...
—Y esa decisión nos afecta demasiado... ¿O no, mamá?— Mia empezaba a acumular rabia y tomé su rodilla por debajo de la mesa.
—En Europa, junto con la llegada del calor, comienzan los grandes eventos... Usualmente iríamos en delegaciones, en parejas para asistir a todos sin extenuarnos...
—Pero con una amenaza colgando de nuestras cabezas eso no va funcionar este año— interrumpió Mateo.
—No, necesitamos estar todos, en todos lados, todo el tiempo...
—¿Europa? ¿Todos nosotros? ¿No es... Demasiado?
—Gabito, para consolidar nuestra posición con viejos verdes europeos, nada es demasiado— aclaró con molestia, a ella tampoco le gusta esto. —Vos necesitas ganarte tu lugar como mi protegido, Mia necesita tomar fuerza y establecer alianzas con socios nuestros para que los socios del lado Delle Moro no se la coman viva cuando ella tome su lugar; y Mateo debe demostrar que no es el niñato mimado e irresponsable que todos piensan
—¿Y cómo influyo yo en todo esto?
—Bianca, a tu papá le hice la promesa de que te mantendría a salvo bajo cualquier circunstancia; y al ser una chica bien portada, de buena familia y con un catálogo de habilidades sociales indispensable, vas a ayudar a Mateo a fortalecer su posición...
—Yo sigo sin entender porque nos hablas de esto, ma— yo si estaba confundido porque era mucho y mi cerebro no lo asimilaba, pero los ojitos bonitos a mi lado brillaban de rabia, ella si sabía, solo quería confirmarlo.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora