Capítulo 7: El Jardín Secreto.

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Todo desde las Alturas: Parte II

Una sola palara define mi situación actual: confusión. Como había sido previsto tuvimos derecho, aunque solo medio módulo. El profesor nos dejó salir antes de su clase y se fue de volada a quien sabe dónde. ¿Me importa? Ni un poco ¿Siento que mis rezos fueron escuchados? Por supuesto; pero a la pequeña francesa que me acompaña no le gustó nada y se puso neurótica. Me arrastró hasta la oficina de Eugenia para saber qué había sucedido, porque si, no pasamos por ningún preceptor antes... Solo cruzamos todo el instituto para que Yanis nos dijera algo obvio: El profesor de derecho tenía un turno en el médico y la profesora de psicología está faltando hace más de dos semanas por una licencia de largo tratamiento, pero como sólo es una clase y no un curso entero, no nos dejan retirarnos antes. Ahora caminamos por los pasillos sin rumbo alguno aparente.

Bianca automáticamente quiso ir a su lugar feliz o a la biblioteca... Obviamente la convencí de hacer cualquier cosa menos eso; pero me aburro y no sé qué hacer.

—¿Qué vas a hacer hoy a la tarde-noche? Digo... Seguro tenes una vida súper social y muy activa los fines de semana— interrumpió mis pensamientos la tierna chica que camina junto a mí.
—Dios, me ofendes a grandes escalas señorita "no juzgo un libro por su portada"— aclaré mientras me giraba y comenzaba a caminar de espaldas. —Para tu información soy más que motos, cigarrillos y mujeres... Ni que fuera un estúpido con aires de chico malo
—Bueno, si... Pero vamos, tenes 17, un ego más grande que tú cabezota italiana y un historial callejero del cual no sé prácticamente nada
—Okey, tenes un punto... Y a pesar de todo lo que acabas de mencionar, respondiendo tu pregunta, no tengo planes en la noche... A lo sumo tendré una cita con mi tarea para mañana despejarme y no hacer absolutamente nada
—He de admitir que tengo envidia— dijo Bianca entre risas, yo me le sumé aunque no duraron mucho. Su risa fue cesando, pero aún con una sonrisa en el rostro preguntó algo que me dejó atónito. —Italianito... ¿Por esas casualidades tenes un pucho?

Yo me quedé atónito, en mi vida pensé que una persona como ella me pediría un cigarrillo. Por inconsciente sentí confusión, pero asentí lentamente.

>>No debes juzgar un libro por su portada... Se lo acabas de recriminar<<

Bianca comenzó a reír como loca, seguramente por mi cara, mientras me guiaba por distintos pasillos. Corríamos y nuestras carcajadas resonaban por cada pasillo que atravesáramos como si fuéramos los únicos en el edificio. Sin darme cuenta salimos hacia el gimnasio, pero en lugar de quedarnos en él, pasamos por la misma puerta que pasé con Mateo en mi primera clase de educación física.

Avanzamos por ese espacio al aire libre, pasamos la pequeña bodega donde estuve con los chicos que funciona como divisor entre ambos edificios y nos fuimos hacia una puerta blanca de jardín cubierta por plantas. Al atravesar la pequeña puerta de madera logré ver un jardín precioso. Tenía algunos arroyos artificiales y muchos insectos tiernos conviviendo por ahí, decir que es bello es poco. Pero este lugar es una especie de jardín secreto, tiene una enredadera por todos lados sujeta a una

valla de madera blanca, que son las "paredes" que se ven por fuera. A esta hora el sol es bastante fuerte, pero se siente como una pequeña caricia cálida por la vegetación y es muy agradable, a decir verdad. Bianca me llevo a una especie de mesa pequeña de piedra que se encontraba ahí, una de las 4 o 5 que hay en el lugar; supongo que aquí los pequeños hacen sus anotaciones y esas cosas. Nos sentamos y pude ver una ventana perfecta, bien camuflada con las plantas, pero ahí estaba.

—Bien... ¿Me pasas ese cigarro que te pedí adentro?— Pidió, más bien demandó mi acompañante.
—Si como no...
—Ahora te preguntarás cómo es que tengo tantos lugares secretos, y cómo se tanto respecto a los alumnos del colegio... Pero seguramente seguís sorprendido de que fumo— escupió rápidamente mientras ataba su cabello de fuego en una coleta alta.
—Bueno, si es verdad que me pregunto cómo conoces tanto el colegio. Pero seguramente sabes tanto porque observas desde el silencio, lo que te hace un espía perfecto... Y si, admito que me sorprendió tu pedido de un cigarro, pero como dije no se juzga a un libro por su portada— finalicé entregándole un cigarro a mi amiga, junto con mi encendedor para que lo pueda prender.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora