Capítulo 47: ¿Qué sigue?

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La Mesa del Don. Parte II.

(N/A: Al igual que los anteriores, en este capítulo los diálogos en cursiva serán conversaciones en italiano)



Las arcadas no pararon hasta lo que se sintió como una eternidad después. Cerré los ojos y me tambaleé, pero unas manos me impidieron caer sobre mi culo. Me tomaron por los hombros y me guiaron por unos pasillos hasta no sé dónde. Mis sentidos estaban nublados, no podía concentrarme en nada que no sean los últimos... ¿Qué? ¿20 minutos?

Yo los maté... Maté a dos personas en menos de una hora. No me importó, lo hice sin titubear y hasta lo disfruté. ¿Cómo puedo ser así? ¿Qué me convirtió en esto? ¿Siempre fue así? Lo peor de todo es que no me arrepiento, en nada. No tengo un solo gramo de culpa en mi sistema por haber arrebatado dos vidas como un Dios. Bueno, como un dios no, como un ángel vengador...

—Vamos, Bito, necesitas componerte— pidió Mateo, arrojándome dentro de un baño.

—¿Qué? — pregunté perdido, viendo a mi amigo dentro del cuarto conmigo.

Lo que no esperaba era un bofetón; una buena palmada en la cara que me despabiló y me hizo mirar a Teo con las cejas fruncidas.

—¿¡Pero qué...!?

—No es momento de que te enojes, Bito— respondió veloz. —Debes lavarte la cara, los dientes, recomponer tu compostura y seguir con esto... Van a empezar a preguntar porque te demoras

Y así, como un torbellino, salió del lugar dejándome solo con mis ideas. Abrí la canilla, mojé mi rostro y lavé mis dientes para sacarme el gusto ácido del vómito. Me miré en el espejo, incapaz de creer todo esto. Mi rostro no cambio, solo está un poquito más pálido de lo que usualmente soy. ¿Fue el frenesí? ¿La adrenalina? ¿O realmente puedo matar a sangre fría sin temblar? ¿Será porque eran malas personas o porque puedo matar a cualquiera así nomás? Pero... Ya no importa.

Mateo tiene razón, empecé un espectáculo que debo terminar para poder tener mi puta crisis existencial luego. Tomé aire, enderecé la espalda y salí del baño a paso apurado. No pueden esperarme más; y mi amigo lo entendió porque apuró su paso tanto como el mío para llevarme hasta donde necesito estar.

No puedo quejarme tampoco, todos reaccionaron como yo lo esperaba, todos actuaron en consecuencia de lo que yo planee... Ahora toca explicar, estabilizar y ordenar todo el desorden que causa mi existencia para estos capos.

Disculpen la demora Señores, Señorita... Tuvimos un problema con la limpieza del salón— me excusé veloz, sentándome a la derecha de Dante. —Sé que hay mucho que resolver, pero creo que es hora de cenar... ¿Les parece?

Pocos asintieron, los otros estaban estoicos en sus lugares. Con esa aprobación, Dante dio la orden de comenzar con el menú de la noche. Lo primero en llegar fue un plato de pastas con una salsa blanca de champiñones que agradecí, no podría tolerar una salsa roja. Nadie lo tocó hasta que Dante dio el primer bocado; a los minutos ya salió una de las primeras preguntas de la noche. Fue Leandro Bellini quien sacó el tema a colación, el abuelo de Renato y el más "nuevo" en tomar su asiento en la mesa del Don.

—¿Cómo es que recién aparece en el panorama, joven...?

Lo siento, no tuve tiempo de presentarme adecuadamente— respondí veloz, limpiando mis labios y tomando un trago de mi vodka lemon. —Soy Gabriel D'Grecco, único nieto directo de Dante, hijo de Bonna... Y la verdad es que he pasado casi toda mi vida fuera del país ya que en varias ocasiones intentaron asesinarme estando en mi patria

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora