Capítulo 48: Despedidas Cortas.

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El cielo se cubría con nubes grises hoy, con lloviznas intermitentes y un frío poco usual para principios de agosto. Quizás era la representación cósmica de cómo me estaba sintiendo en estos momentos. Era hora de volver a casa, a Argentina... Al que fue mi país por quince años de mi vida.

Pocos días habían pasado desde la cena en la Villa D'Grecco, pero no podíamos postergar más nuestro vuelo por mucho que le ruegue a Teo. Preferiría traerme a Mia conmigo antes de volver, siento que aún no es suficiente, que necesito más tiempo en Italia, con la familia que me vio nacer. Pero iban a empezar los exámenes y como dije antes: volver era algo que mi alma necesitaba, sin embargo, era algo que hoy me pesa.

—¿En qué piensas tanto? — preguntaron a mi lado.

Bonna llegaba para instalarse a mi lado con calma, mirando hacia el horizonte.

Los terrenos de la Villa D'Grecco se extendían con gracia bajo nosotros. Nos habíamos quedado aquí para pasar los últimos días que nos quedaban en el país. Era familiar y cálido, aunque en el silencio se notaban los fantasmas de esta gigantesca propiedad. No solo por Marconi o su siervo, si no, también por las propias pérdidas familiares; después de todo, en esta casa se suicidó Vitto y Elio murió desangrado.

—En el... Futuro— admití.

—¿Que vas a hacer en los meses que te quedan antes de entrar a Cambridge? — preguntó casual.

—Todavía no entré

—Vas a hacerlo, no te preocupes por eso— bufó tranquila, dándolo por hecho.

—En caso de entrar, estaremos viajando hasta el septiembre que viene... Obviamente vendré para la cena del mes cada que pueda

Ella asintió lentamente, apoyando su cabeza en mi hombro sutilmente. El silencio, cómodo y reconfortante, se instaló entre nosotros. Desde nuestra conversación previa a la cena del sábado, las cosas habían estado mucho mejor. Era un proceso, pero estaba seguro que podíamos llevarlo a cabo con el tiempo.

—Te vamos a extrañar mucho, Gabo

—Y yo a ustedes, pero debo volver... Mi vida está allá

—Lo sé, todos te extrañan, es el efecto D'Angelo— dijo con una sonrisa. —Hablando de ellas... ¿Sabes algo?

—Estuve en contacto con Danissa estos últimos días, después de pegar el grito en el cielo por mis "excesos", me pidieron ayuda para mudarse a Roma el año entrante

—¿De veras?

—Si— confirmé con una sonrisa, su aceptación a una vida mejor me dejan más tranquilo.
—Mejores escuelas para Alessandra y más alcance para el trabajo de Dan... Su mujer tiene su taller en Roma, aquí que van a estar más aliviadas sin viajes mensuales

El silencio volvió a envolvernos como un manto protector. Faltaban un par de horas para que salga nuestro vuelo; con Mateo nos embarcaríamos en un viaje directo de 14 horas para llegar por la noche a Argentina y mañana retomar nuestras clases normales.

—Si me dejas...

—No, ya hablamos de eso— la corté veloz. —Aunque no te dejaron manejar la mafia, manejas todo el imperio hotelero de los D'Grecco

—Eso ya no me importa

—Es nuestro legado, debe importar— dije, girándome hacia ella. —Esto nos va a hacer más fuertes, solo necesitamos superarlo

Ella asintió antes de abrazarme. Un abrazo que respondí con fuerza, con algo del afecto que comenzaba a escaparse por mis poros. Impregnarme de su olor, de su calor era algo que mi niño interior pedía a gritos, después de todo, ella fue quien me hizo falta todos estos años. Y estaba concentrándome solo en ella, cuando un estruendo sonó a mi costado.

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⏰ Última actualización: Jun 23 ⏰

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