Capítulo 22: Waffles y Lágrimas.

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Me senté en el piso del ring, se había convertido en mi mejor amigo en las últimas dos horas. Me arrojaron la toalla con la que estaba secando mi sudor y agradecí con un asentimiento; hace cuarenta y cinco minutos que no decía nada que no sea un quejido..

—Vamos Bito, arriba...
—Ey, solo yo le digo Bito
—Yo le diría bobo, no puede seguir sin aprender la lección

En un bufido me levanté del piso y me volví a parar frente al chico frente a mí. Su cuerpo grande y trabajado daba saltitos de un lado al otro en el ring, su piel blanca decorada con tinta en diseños complejos apenas y mostraba sudor; parecía bañado en lubricante para un catálogo porno el perro. Sus ojos, celestes como el mar, me miraban desafiantes, sabía que un insulto tan... Tonto me haría levantar del piso.

—Zagreus... Apenas te conozco... Pero ya... Te estás agotando mi paciencia...
—No reniegues Bito, es lo que la tía Toto pidió...
—Toto te dijo que lo entrenes— la voz grave resonó por el lugar y yo sonreí. —Hijo ¿Que te dije de aplastar mosquitos?
—Por un segundo pensé que venía a ayudarme, Ra
—No puedo ayudar a alguien que me sigue tratando de usted, soy maduro, no viejo
—¿Cuántas veces vas a decir eso? ¿Hasta que te lo creas vos mismo, pa?
—Zaza, no te extralimites...
—Soy tu hijo, pasarme de la raya está incluido
—Pero soy tu padre, conmigo no aplica
—Según Toto aplica siempre, solecito
—Debo hablar con tu tía por ese apodo de mierda— el bufido cansado me dejo ver que no lo haría. —Aparte, Zaza...¿No podés quedarte quieto?
—Tengo un arranque de hiperactividad, después de un baño se me va a pasar...
—Pero... Me pones nervioso...
—Yo no pedí tener TDAH

Ellos seguían en su discusión chistosa y yo bajé del ring, agarre mi botella de agua y desaparecí su contenido en un parpadeo. Mateo se rió a mi lado con fuerza.

—No te burles, yo estaba bien
—Tenes una resistencia promedio— dijo tranquilo y no se si sentirme ofendido o halagado. —No me veas así, para sobrevivir a tipos que se inyectan para llevar el pan a la mesa, hay que tener condición olímpica
—Ese si que es un maldito consuelo
—Cuando aprendas a manejar armas va a ser más fácil, por ahora vas a entrenar conmigo, o cuando Zagreus tenga episodios de hiperfoco o hiperactividad...
—¿Me puedo ir, verdad?— la derrota en mi voz era demasiado obvia.
—Si, andá...

Con un asentimiento comencé a caminar hacia la salida del gimnasio de la casa, necesito un baño. Tomé el picaporte y bufé bajito cuando Ezra me llamó.

—Vamos, caminemos juntos— salimos y nos encaminamos hacia mi habitación. —Recién vuelvo del Gallinero, fui a hacer el control de la semana y Alejandro me pidió que te extienda su invitación a la noche del mes...
—¿Noche del mes?
—Es una noche de póker con las personas más influyentes en las calles, es un círculo cerrado de élite callejera
—Ah, si, escuché de eso cuando iba antes...
—Es una tradición que empezamos nosotros y que nuestros hijos siguieron— la sonrisa orgullosa de su parte me sacó una risa a mí. —Sos libre de ir, te extendieron la invitación...
—Gracias por decirme, voy a considerarlo...
—Me parece justo— se despedía con cordialidad cuando volvió hacia mí. —Y Gabo, lo de tratarme de usted, que quede en el pasado... Al final salimos del mismo hueco...

Sin dejarme responder se fue escaleras abajo, más rápido de lo que podría ver siquiera. Me estiré y entre al baño, dejando mi ropa sucia y transpirada en el cesto. Al entrar en la ducha me relajé por completo al sentir el agua caliente sobre mi piel. Tan caliente que parecía hervida, el agua limpiaba no solo mi sudor, si no también mis preocupaciones. Busqué mi champú cuando noté su coleta en los estantes de mi baño, la otra madrugada decidimos bañarnos y todos sabemos cómo termino eso.

Con esos ojitos bonitos, solo está semana, tuvimos 4 situaciones donde casi nos agarran; era cuestión de tiempo para que se sepa todo. A mí cada vez me gustaba menos la idea de mentirle a la familia. Era agotador, aún más con los entrenamientos intensivos, las clases y las lecturas sobre administración. Para todos, después del atentado, nos convertimos en buenos amigos. Bien que desaparecíamos tardes enteras después del colegio solo para follar y merendar, como una pareja adolescente normal. Volvíamos a la casa y pretendíamos que nos estábamos conociendo, simplemente, como buenos amigos. Era extenuante y la culpa después de cada orgasmo se volvía insoportable. Pero la verdad no hacía nada para cambiar todo y salir de la mentira ¿Por qué? Porque soy un egoísta de mierda; porque esos ratos con Mía entre mis sábanas, con charlas y risas, eran un tesoro para mí. Yo cada vez me enamoraba más de esa chica de ojos bonitos y no pude hacer nada para evitarlo... Aunque si lo admito, nunca quise hacerlo.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora