Volver a Madrid fue incluso más agotador que salir de ahí. El ritmo rápido, las tazas sucias que nos olvidamos y el polvo que claramente se había asentado en nuestra gran ausencia de cuatro días. Después de todo, se sentía como si una vida hubiese pasado desde que salimos desde aquí, pero no... Simplemente cuatro días, cuatro putos días le bastaron a esa mujer para darme vuelta el mundo ¿Y lo peor? Ni siquiera he podido abrir la boca. De los adultos no sé quién lo sabe, pero sí sé que soy yo el que debe dar la noticia a los chicos... Ese pequeño hecho me tiene con un humor de perros desde que Toto me lo dijo en el aeropuerto. ¿Qué si intento disimularlo con chistes y conversación? Por supuesto, pero el único que me sigue el juego es Teo, las otras dos solo me miran mal y ya me cansé.
—¿Por qué todo está tan sucio? Solo nos fuimos unos días— bufó Bian, aparentemente no era el único que lo veía.
—No es nada que una limpieza rápida no solucione— dijo Mia con un entusiasmo bastante particular. —Fotocopia barata, las camas y los platos. Yo voy a barrer y pasar el trapo por el suelo, necesita una pulida...— pensó en voz alta, pero rápidamente sacudió la cabeza y volvió a su modo mandona. —Esmeraldas, necesitas sacar el Porche e ir a hacer un mercado rápido, hay cosas que debieron pasarse... Bibí, sacudir los muebles y desarmar las maletas
—Dejen mi bolso— se me escapó antes de poder pensarlo. Mierda, mierda, mierda. —Tengo... Cosas personales
—¿Algo que no conozca? — preguntó Bian.
—Dudo que quieras ver las bragas con fluidos de mi novia así que...
—¡Gabo! — el golpe de Mia me alcanzó y me sacó la primera sonrisa genuina
—No necesitaba esa información en mi mente— bufó Teo.
—Bueno, bueno, no toco tu bolso— respondió mi mejor amiga antes de suspirar. —Pero los demás si, así que empecemos que hay bastante que hacer
Y así sin más, nos dispersamos por el departamento.
Con mi billetera, el celular y los auriculares en el bolsillo, las llaves del auto en mano y los lentes de sol en la cara salí a hacer las compras. Lo claro a comprar eran cosas de vencimiento rápido: leche, queso, frutas y vegetales. Así que con música en el estéreo salí hacia el mercadito orgánico de la última vez. Antes paré a comprar un par de golosinas, cervezas, refrescos y el agua embotellada de Mia para tener; son cosas necesariamente innecesarias. Era poco y estaba solo, así que después de unos cuarenta minutos ya estaba volviendo, listo para volver a alimentar a esas bestias, también les digo amigos.
—Esmeraldas...¿Qué estás haciendo? — su voz me sacó de mi trance antes de volver a tapar lascarpetas con uno de mis buzos, dentro del bolso que estaba en un estante altoen el armario.
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El Enigma Del Angel
De TodoLa historia de una persona puede iniciar en distintas etapas de la vida, distintos momentos y circunstancias; no siempre es cuando uno nace. Gabo bien que lo sabe, con su vida llena de limitaciones, reglas y estupideces. Sin un futuro, con ambicion...