Capítulo 17: Susurros.

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Los días y las semanas comenzaron a transitar con demasiada velocidad, aunque reconozco que parte de esa velocidad era por andar fornicando a escondidas. Cada noche, a las 12:35 a.m., Mia se colaba en mi habitación, o en caso contrario, yo me metía al suyo. Pero las últimas madrugadas digamos que... Se nos fue el tiempo. Y no, no solo por estar teniendo relaciones con una Diosa bajada del Olimpo, si no que después del sexo nos quedábamos charlando por horas. Una vuelta nos detuvimos al ver el amanecer colarse por mis cortinas, casi la ven saliendo de mi cuarto, pero aparentemente nadie lo hizo. Supe que su color favorito es el rojo, le gusta el verano y prefiere mil veces un postre a un snack; sobre todo si es helado de frutilla a las 3 de la mañana. Ama la danza y la fotografía, pero si de pintura o escritura hablamos, es un cero a la izquierda. Lee puras novelas románticas de cualquier género y las películas o series son solo entretenimiento para ella. Con pequeñas cosas me ha dejado conocerla, y no niego que yo me he dejado conocer. Pero miento si digo que esto de tener que hacerlo a escondidas no me da un mal presentimiento...

—¡Ey!— grité cuando me tironearon del brazo hasta meterme en un armario.
—¿¡Podes no gritar!?— preguntó en un grito susurrado la persona a mi lado.
—Bueno, a ver Mateo... Llego tarde a filosofía...
—¡A la mierda filosofía! ¡Necesito ayuda!
—¿¡Y por qué susurramos!?
—¡Porque esa chica tiene tal observación que puede escuchar lo que decimos!
—Eso... Definitivamente no tiene sentido
—¡Carajo! ¡Nada tiene sentido ahora! — bufó con desesperación y suspiré.

Él se hizo bolita y me miró desde abajo, nunca había visto a Teo Gallardo en tal situación. Me agaché hasta estar a su altura y puse una mano en su hombro, consiguiendo que vuelva a respirar.

—Si necesitas ayuda, solo necesito que me digas con qué— aclaré con una sonrisa que Mateo devolvió.
—Es por Bian...
—¿Qué tiene que ver ella?
—Es que yo...— infló el pecho para decirlo, se levantó y yo lo imité. Me miró a los ojos con determinación pura y terminó. —Yo la amo desde que tengo memoria y no quiero seguirlo escondiendo

Intenté mantenerme serio, juro que sí, pero no pude. La carcajada brotó sola de mi garganta y Mateo me miró primero con confusión, luego con ganas de asesinarme.

—Perdón... Yo no.... — tomé aire en el medio, no podía calmarme. —Es que es tan irónico que me pidas ayuda
—¿Por qué?
—Porque entre ustedes es obvio que existe algo desde hace demasiado; tu mamá si me contó que fue tu idea que Bian se quede en tu casa— admití en voz alta. —Aparte desde esa fiesta andan pegoteados como transpiración en verano
—Entonces es obvio...
—No tanto, no para ustedes al menos...
—¿Entonces me vas a ayudar?
—Hasta la pregunta ofende— admití con una sonrisa.
—Bien, entonces vamos a hacer lo siguiente...

Unos minutos después estábamos saliendo del armario mientras íbamos conversando de su "plan maestro para dejar de ser un hijo de puta". Yo tenía que interceptar a Mía o a Tena para que ellas encuentren la forma de distraer a Bianca, mientras nosotros preparábamos todo en casa de su abuelo, casa que estaría libre para el plan. Mateo lo venía planeando hace más de 15 días, lo que significa que su relación ha escalado lo suficiente como para llegar a semejante plan. Y debo reconocer que apenas lo he notado, entre el colegio, los exámenes trimestrales durante la semana pasada, la pintura, mantener apariencias y una chica de ojos bonitos que succiona mi energía...

>>Pero que buena forma de perder el sueño<<

Eso es innegable.

—Entonces...
—Yo voy por Mia y le digo que necesita llevársela
—Y usas tu súper memoria para decirles qué pueden hacer que se entretengan por horas...
—Yo... Creo que lo tengo— admití recordando una de las charlas con Mia y un anuncio que me mostro Bian hace unas horas.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora