Capítulo 16: Tormenta.

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N/A: Comiencen a reproducir la canción cuando la advertencia haga aparición <3


La lluvia artificial caía sobre mi cuerpo con fuerza y me daba paz, camuflando el ruido de la tormenta que se había dado afuera. Gracias al gel de ducha había podido sacar las manchas de pintura que aún quedaban en mis manos y torso. No iba a entrenar, hoy no tenía ni la más remota gana de usar el ejercicio como método de alivio a mis frustraciones. De la ducha pasé al armario/vestidor y entendí la facilidad de esta puerta una vez más. Me sequé, me puse el bóxer y salí, totalmente dispuesto a acostarme e intentar dormir. Al poner un pie en mi habitación supe que había hecho mal en no vestirme, pero bien había hecho de no salir a buscar mi teléfono en toalla... Se hubiese caído.

Mía estaba parada en mi cuarto, más específicamente detrás del bastidor hexagonal que me había cautivado ese día en lo de Germán. Miraba el cuadro con el ceño fruncido y los ojos desorbitados... Obviamente es una reacción totalmente normal, nadie espera ver de la nada un cuadro de uno mismo, con una foto de referencia que nunca supo que fue tomada.

—¿Que es esto?
—Mia, primero quiero saber que haces en mi habitación— respondí cansado, cerrando los ojos.
—No, mis pelotas— respondió molesta y ponerme alerta fue inevitable. —¿Qué mierda hace un cuadro con mi cara en tu cuarto?
—Te pinté— admití, desembocado, mi paciencia estaba conociendo nuevos límites con ella. —Te pinté porque se me salió del pecho hacerlo...
—¿Pero...? ¿Por qué?
—¿¡No es obvio!?
—¡No, idiota petulante! ¡Por algo pregunto!
—¡Ay por favor Mía!— la exasperación se escapaba por mis poros. —¡Te estuve pintando desde que te conocí sin encontrarle sentido! ¡Empecé ese cuadro seis horas antes de que me dejes tirado en el baño!
—¡Eso no fue lo que pasó!— grito, acercándose a mí. —¡No es que te dejé tirado! ¡Simplemente me protegí!
—¿Protegerte? ¿¡De qué estas hablando!?
—¿¡No es obvio!?— grito, cada vez acercándose más a mí. —¡Desde que me viste decidiste que solo soy una princesita superficial! ¡No estaba en mis planes besarte! ¡Mucho menos sentir algo por vos!

Me quedé callado por automático, no supe que responder... Así que salió corriendo porque no soy el único que sintió demasiado...

—¿Eso te da derecho a ignorarme durante 7 días?
—No... Pero no quiero arruinar nuestra amistad antes de que empiece...
—¿Amistad? No seas ingenua
—¿¡Perdón!?

Ignorando su protesta y grito, la tomé entre mis brazos, acorralando su diminuta cintura entre mis manos. Respiré hondo, llenando mis pulmones de su perfume. Abrí los ojos y noté lo abrumador de sus emociones.

—No podés decirme que después de ese beso, podemos ser simples amigos...
—Es lo que debemos ser...— respondió en un susurró, bajando los ojos.
—Si es lo que vos querés, te juro que te suelto y voy a pretender que nada paso...
—Pero no podemos...
—Te estoy preguntando qué es lo que querés, no lo que debes hacer...

Ella volvió a verme a los ojos, escaneando mi rostro con cuidado. Con su mirada delineó cada línea de mi rostro, pude sentirlo. Poco a poco subió sus manos por mis brazos; pasando las yemas de sus dedos por mis músculos, está chica iba a hacerme ceder y no sé cómo manejar eso...

—Lo que yo quiero ¿Eh?
—Así es...
—Entonces al carajo— no dijo nada más antes de besarme.

[Advertencia de contenido +18 explícito, leer con discreción.]

Ella me besó de una forma distinta a la del viernes pasado, en este beso había fuego puro, un fuego que me quemaba todos los sistemas físicos y mentales. Había tenido una novia antes, no era mi primer beso, mucho menos mi primer rodeo, pero si era la primera vez que... Sentía tanto. Su lengua buscó entrar a la mía y se lo permití, pero la diferencia de altura empezaba a molestar.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora