Capítulo 45: Los Herederos.

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(N/A: Los diálogos que se encuentren en cursiva en este capítulo, serán conversaciones y palabras en italiano.)

Estacioné el auto que me prestaron con un suspiro frustrado. Los últimos días fueron... Un sueño perfecto. Aunque Anto se fue ayer, todo fue paz y armonía. Convivimos con los D'Grecco en paz absoluta, contando anécdotas y conociéndonos más a fondo; y aunque a Mia no le gustaba mucho la idea, terminó por amar a la nonna y por no odiar tanto a Bonna. También follamos cada que teníamos oportunidad, y eso fue un muy buen efecto placebo, pero se acaba hoy, al menos hasta aclarar la situación.

Era hora de que Mia se vaya, y a diferencia de lo que habíamos planeado, se iría a Londres. Tenía razón, y contraté personas entrenadas para cuidar a las D'Angelo; mi princesa iría a cubrir los compromisos con la familia Keegan y yo... Enfrentaría mi destino.

—No quiero irme— bufó.
Suspiré y salí del auto, ella por supuesto que no se moverá sin que la hagan dar el primer paso.

Me cuesta arrancar aún, a pesar de la excelente fisioterapia sexual, no termino de recuperar mis fuerzas y si me muevo muy rápido me duele. Levanté la mano cuando 2 de los 4 escoltas que me puso Dante se quisieron acercar al ver mi paso lento. No, yo sí que podía abrirle la puerta a mi mujer.

Gracias, muchachos, yo puedo— los chicos, no mucho más grandes que yo, asintieron con un gesto solemne.
—Vamos princesa, no me mires así...

—¿Así como?

—Como si quisieras follarme— respondí, extendiéndole la mano.

Ella la tomó, con esa sonrisa que tanto conozco.

—Es que, si quiero follarte, esmeraldas— ronroneó acariciando mi pecho. —Entre el ego, los trajes y el italiano... Va a ser muy difícil no querer tenerte encima de mí

Sonreí incrédulo y miré hacia el horizonte antes de volverme a ella. La tomé por el cuello, usando mi mano de gargantilla antes de acercarme lo suficiente a su rostro como para que mis labios rocen los suyos.

—Princesa, necesitas saber que si tuviéramos aunque sea quince minutos extra, te subiría a ese avión y te follaría con toda la intención de dejarte temblando— sus ojos cerrados me sacaban la sonrisa más egocéntrica que podría tener.
—Pero Tena me está reventando el teléfono con mensajes y tenemos que hacer esto...

Soltando gruñidos me besó una última vez antes de separarse de mí. Saqué su maleta del baúl y caminamos unos metros más. Le solté la mano sin necesidad de decir más nada, y Mia comenzó a caminar. Pero unos cuantos pasos más adelante, se volvió a voltear hacia mí con el ceño fruncido y sus preciosos labios en un pequeño mohín.

—No mueras... ¿Me escuchaste?

—Acá te voy a estar esperando princesa, tranquila— aseguré con una sonrisa.

Asintió y siguió su camino sin volver a voltearse. Uno de los dos sobrecargos que volarían con ella la esperaba al pie de las escaleras, tomó su maleta y la ayudó a empezar a subir las escaleras. Cuando estaba arriba volvió a mirarme antes de entrar, fue inevitable sonreírle. Modulé un "Te amo" con los labios, sonrió de vuelta y subió al avión. Subí al auto apenas cerraron la puerta y salí más rápido de lo que debería hacia el punto de encuentro.

Bajé la ventanilla y prendí un cigarro en el primer semáforo que me topé; al ver por el espejo retrovisor siempre veía al todoterreno con la escolta que el nonno preparó para mi... Eso solo le daba más peso a todo lo que estoy haciendo, pero a la vez me dejaba mucho más tranquilo. Atenea, junto con Lucian y Bonna recopilaron todo lo que podría sernos útil, tenía más de un argumento innegable... Pero de nada servía eso si su heredero decidía declararme la guerra después de matar a su antecesor. Por suerte, Claudio no tenía protegidos, el único hijo que hubiese estado de su lado está muerto y solo tengo que conseguir una ayuda fundamental para que esa rata caiga sin poder levantarse.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora