Capítulo 28: Cuestionamientos Existenciales.

8 1 0
                                    


Aún aturdido y con pocas horas de sueño, estiré mi espalda hasta que crujieron unas cuantas vertebras de mi espalda. El primer vuelo hasta Baltimore habían sido las 13 horas más extrañas de mi vida; supongo que mi primera experiencia en un avión no fue normal. Digo, no todos se suben a un jodido jet privado y hace un viaje derecho de tanto tiempo en su primera vez. Todos se durmieron después de unas tres horas hasta que faltaron treinta minutos para aterrizar, todos menos Anto y yo, lo que nos llevó a una conversación que no había tenido con nadie, ni siquiera conmigo mismo en mucho tiempo. Mojé mi rostro y volví a secarme la cara, no podía seguir dándole vueltas al asunto.

—¿Bito?
—Ahí salgo— respondí a la voz apagada.

Al salir, Teo esperaba con ansias el baño, yo volví a mi lugar. Aunque no pude recuperar mi asiento porque cierta chica de ojos bonitos se apropió de mi asiento al lado de la ventanilla mientras indagaba en mi cuaderno de bocetos.

—¿Interrumpo tu curiosidad? — Asustada levantó la vista y la miré complacido.
—Bueno, debo de saciar mi curiosidad sola si vos no me das respuestas, esmeraldas
—No son respuestas, son dibujos
—Ya, lo dejo... ¿Querés algo para tomar o comer?
—Un café con leche me vendría bien...— reflexioné viendo como Mia se levantaba hacia el apartado del medio. —Si se puede con...
—Medialunas con jamón y queso, lo tengo italiano

Le di un besito en la frente antes de verla perderse en el sector medio del avión. Desde Argentina hacia Estados Unidos llegamos solos, pero en este vuelo vamos en un avión compartido, nosotros tenemos la mitad delantera del jet, en medio hay un sector "común" con dos baños y una gran barra donde podrías encontrar todo lo que quisieras. La parte trasera del vehículo iba con unos ejecutivos de no sé qué, en una especie de sala parecida a donde estamos nosotros. Tomé asiento y Anto dormía en uno de los sillones individuales, Bianca estaba leyendo algo sentada frente a mí en una especie de juego de sillones como si fuese una sala de estar común y corriente. Volví mi vista a la ventanilla y suspiré. La conversación de ayer con Toto me tenía demasiado afectado.

"¿Nunca pensaste en buscar a tu familia biológica?"

"Si querés podemos empezar una investigación..."

"¿Seguro que no querés indagar?"

Cerré los ojos, no podía concentrarme en todo lo que se viene para mi familia con esta mierda dando vuelta en mi cabeza. No sé porque lo preguntó, porque sacar el tema ahora, Anto es una persona sumamente compleja y eso no es misterio... Pero no necesito estos cuestionamientos existenciales, no ahora.

—¿Gabo?
—¿Qué cosa?
—¿Estas bien?
—Si, solo... El jet lag— dije tranquilo, intentando aliviar el gesto de preocupación en mi mejor amiga. —¿Qué me decías?
—No, nada importante— quitó importancia, dejando su marca páginas en medio del libro. —¿Qué esperas de este viaje?
—¿Honestamente? Necesito tu conocimiento
—¿Y cómo podría ayudarte, italiano?
—Necesito saber que esperar, como actuar... Saber a quién debo demostrar respeto absoluto y a quien debo darle toda mi soberbia
—Bueno, eso es complicado y extenso...
—Tenemos poco menos de dos horas hasta llegar a Madrid, tenemos tiempo
—¿Tiempo para qué?
—Si... ¿Qué andan planeando ustedes dos?
—Los que tendríamos que preguntar eso somos nosotros, emes...
—Ay no, si prestaste atención— bufó Teo.
—Él siempre se acuerda de lo que no queremos hermanito— respondió Mia sentándose a mi lado, dejando los cafés y las medialunas. —Pero ya, ¿Para qué tienen tiempo?
—Gabo estaba preguntándome que esperar... Pero no sé si sea una conversación que quieran escuchar
—¿Por qué no querríamos eso, fueguito?
—¿Fueguito?— respondí con una sonrisa expandida a toda mi cara mientras Bianca enrojecía.
—Ay Mateo, podrías buscarte algo más original que su color de pelo para un apodo cariñoso
—No es por mi pelo Mia... No importa, no les va a gustar porque yo al explicarle las cosas a Gabo soy fiel a los libros y a los hechos; eso no los deja bien parados a ustedes ni a sus conocidos...
—Como sea, Bito lo necesita— bufó Mateo tomando la mano de Bian. —Así que explícale lo que necesites, yo voy a jugar
—Y yo prometo guardarme todos los comentarios, hagan como si no existiéramos

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora