Capítulo 40: Secretos Guardados.

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Gabo.


Inhalo
... Esto es lo que necesito.

Exhalo... No hay muchas formas de que esto se vuelva peor.

Inhalo... Necesito el control.

Exhalo... No puedo sentir pánico ahora.

—¿Seguro no querés que baje con vos? — pregunto a mi lado.
Tomé su mano y besé sus nudillos, yo no sé qué haría sin esta chica.

—Seguro amor, quédate acá— pedí. —Esto debo hacerlo solo

Mía asintió poco convencida y me dejó bajar. Al estar en la vereda observé la construcción frente a mí. Casi igual a lo que había visto en los archivos que me entregó Dante, la casa solo estaba descuidada; con pintura cascada y unos cuantos grafitis mal borrados.

Inconscientemente, comencé a analizar el alrededor. Las calles eran tan tranquilas que generaba un escalofrío en mi nuca: si no fuera por las 6 personas que vimos a unas cuantas calles, tranquilamente podría hacerse pasar por una localidad fantasma.

Venecia Julia era un lugar precioso según lo que vi en el vuelo en helicóptero, pero está zona, alejada de la ciudad y el turismo, parecía apagada... Como si hubiese sido aislada de la pintoresca Italia.

Volví mi vista a la puerta de madera descolorida y tuve que llenar mis pulmones de aire nuevamente antes de tocar la puerta con 3 golpes firmes. Sentí pasos desde el otro lado, así que esperé, jugando con el Rolex que me regaló JuanPa. Sin sacarlo de mi muñeca sabía perfectamente que decía el dorso, y hoy necesitaba con todas mis fuerzas que ese dicho familiar sea cierto.

La puerta se abrió de un tirón y dejo ver a una linda chica, con cabello marrón chocolate y ojos azules. Ella le escaneaba con esmero mientras yo me quedé embelesado... El expediente no decía nada de una quinceañera que me escanearía de pies a cabeza con esa intensidad.

Si? Di cosa ha bisogno, signore?
[¿Si? ¿Que necesita... Señor?]

—Yo...

Ale... Chi gioca...? — pregunto una voz lejana.
[Ale, ¿Quien toca?]

La muchacha, casi por instinto, abrió mejor la puerta para que yo quede expuesto ante la misteriosa voz. Pero apenas cruzamos miradas ella soltó lo que llevaba en manos y se acercó a paso lento hacia donde estaba la chica. Ella no sentía curiosidad al verme de pies a cabeza; ella sentía que estaba viendo un fantasma.

Yo no necesite presentaciones para saber quién era. Danissa Valeria D'Angelo estaba frente a mi, con los ojos marrones cristalizados y un parecido asombroso a mi difunto progenitor... Y quizás a mí, aunque lamentablemente yo tenía mucho D'Grecco en mi genética.

Gabriel? Sei tu, figlia mia?
[¿Gabriel? ¿Eres tu, mi niño?]

—Necesitamos hablar, Danissa... ¿Es posible?

—¿No hablas italiano? — Preguntó en un español fluido, era algo de esperar viniendo de una licenciada en relaciones internacionales.

—Digamos que estoy algo oxidado... Y es mucho lo que hay que decir para que lo entienda mal

Con un asentimiento me dio paso por el pasillo principal de la casa; al igual que el exterior, las paredes internas tenían un claro intento de conservar su gloria... Intento algo fallido. Habían algunas manchas de humedad en el techo y por partes había lugares donde la pintura estaba cascada; sin embargo, el ambiente olía a cítricos con café y se sentía cálido. No era una mansión de alto nivel, mucho menos un puto palacio; solo era una casa. Su estado no es el mejor, pero es confortable y los cuadros con fotos en las paredes detonan la palabra hogar. Debió ser lindo crecer aquí...

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora