Capítulo 38: Resaca Productiva.

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Gabo.

Las luces eran cegadoras y agobiantes pero la tela del sillón que me cubría era confortable. El murmullo generalizado era como un bochorno, todo era gigante... O yo era muy... ¿Pequeño?

Mi vista estaba fija en mis pies, descalzos y algo lastimados. Pero un golpe sordo sonó frente a mí y cuando levanté la vista para verlo a él yo no era un niño... Era mi yo actual.

Sus ojos estaban perdidos, mirando en mi dirección, con la mano extendida. Me acerqué a ese rostro igual al mío que me miraba desembocado, con el último aliento en la punta de la lengua.

—Combatti, combatti... Con tutta l'anima... Papà non se ne andrà mai, angelo mio
[Lucha, lucha con toda tu alma... Papá nunca se irá, mi ángel.]


Abrí los ojos sobresaltado, se suponía que la cantidad abismal de cervezas debería nublarme las pesadillas... No hacerlas más vívidas.

Me voltee lentamente, despegando la cara de la almohada con suavidad. A mi lado, Mia dormía dándome la espalda, abrazada a su almohada y volví a cerrar los ojos. Fui horrible con ella, la traté mal y la dejé como una villana. ¿Qué si actuó mal? Por supuesto, lo que dije de que tiene que aprender a esperar porque nunca necesitó hacerlo es verdad... Posiblemente sea lo único cierto que dije en mi dolor. Me senté en el colchón y mis sentidos comenzaron a despertarse cuando sentí el frío de las tablas de madera bajo mis pies.

Estaba descalzo, sin medias y solo en bóxer. La cabeza me latía con afán, pero no como debería... Es poco lo que recuerdo, pero sé que me peleé con el gerente de ese bar porque no me quería dar más cervezas hasta que le mostré la tarjeta negra que me dio Anto, esa cosa es como mostrar una varita mágica. También sé que llegó Bian, hablamos... Pero no me acuerdo de qué. Después de la pelirroja... Sentí frío, mareo, vómito y después muchos insultos cuando me metieron a la ducha entre dos. Y es por eso, que no tomo, todo se vuelve confuso y termino siendo una carga, otra vez. Es obvio que me bañaron, me llevaron a la cama y me dieron algo para evitar que la resaca sea demasiado grande. Me cuidaron a pesar de haber sido una bestia... Y mi pecho no sabe cómo sentirse con eso.

Me levanté como pude y me puse un buzo amplio, hoy la mañana estaba particularmente fría. Me fui hasta la cocina donde, en el mayor silencio posible, comencé con mi café y unos waffles de avena, ayer le había comprado todo para que ella los haga antes de que se vaya todo al carajo. Sé que los chicos van a querer ayudarme con lo que sea, pero no sé si escucharme sea algo que puedan hacer sin juzgar o criticar...

>>Para eso ir con un terapeuta, no con un amigo<<

¿Y por qué no buscar a alguien que sea ambos?

Terminé de preparar mi desayuno, salí al balcón de la sala de estar y preparé todo, viendo como el horizonte comenzaba a teñirse con colores cálidos. Eran las cinco y media de la mañana, hace poco más de una hora que estoy despierto, dormí poco, pero incluso así se siente suficiente. Me puse los auriculares, activé el manos libres y llamé a la única persona que podría ayudarme en un momento así.

¿Hola?

—¿Te desperté? — pregunté alarmado al escuchar su voz.

Soy madre de una veinteañera que no sabe cocinar y encima decidí que la pasión de mi vida es charlar con personas, yo no duermo, Gabo— bufó con esa gracia particularmente ácida de ella y sonreí.
Pero si me sorprende que me llames...

—Bueno, digamos que necesitamos una sesión urgente— admití sin rodeos.

Mhm... Hace mucho que no usas esas palabras...— meditó antes de continuar, tomé aire mientras me preparaba mentalmente para empezar una de las sesiones de terapia más intensas de mi vida. —¿Con que querés empezar?

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora