Capítulo 14: La Fiesta.

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—Debe ser una broma...
—Enserio
—No te creo, italiano
—Deberías, lo único que tengo de ángel es el apellido— reí ante su negativa.
—Bueno pero vos, alumno prodigio, bilingüe, con excelentes modales y estrictas normas morales ¿Banalizando una estatua del colegio? No, imposible
—La buena fama que tengo en el colegio, es solo eso, fama— admití. —Esa vuelta las monjas me habían quitado mis cuadernos por decir que "pintaba al diablo" y que mis obras podrían ser interpretadas como el legado de satanás
—¿Y qué? ¿Decidiste protestar pintando una virgen?
—Solo le escribí con acrílico negro "Todas Putas" — mi acompañante soltó una estruendosa carcajada, fruncí los hombros quitándole importancia. —Salió con una esponja de metal y agua tibia con jabón, pero las monjas siempre llevan lo ridículo a lo serio
—Quien lo diría...— aclaró Mía tomando el último trago de su cerveza, iba a invitarle otra pero mi teléfono sonó con un nuevo mensaje.
—Bianca me acaba de escribir, ya está en camino a la fiesta con tu hermano
—Bueno, vamos entonces
—¿De verdad querés ir?—pregunté con cautela, a pesar de evadir el tema durante tres horas con una muy buena conversación es un tema delicado.
—Por supuesto, vamos, te espero en el auto

No llegué a decir nada más cuando la vi saliendo del local, contorneando sus caderas y sacudiendo su melena. Se había arreglado el maquillaje en el auto, así que al bajar en este pequeño resto-bar ella volvió a ser la intachable e indestructible Mia Morandi. Me acerqué a la caja, entregué mi tarjeta de débito y mientras el empleado me cobraba deseaba partirles la cara a esos nenes presumidos que miraban a los ojitos bonitos como si fuese un vil pedazo de carne. Me devolvieron mi tarjeta y salí disparado, buscando subirme al auto y llevarme a Mia lo más lejos posible de esos... Salvajes.

>> ¿No te parece que te estás excediendo? <<

No...

>>Ella ni siquiera es tu amiga<<

No lo es, pero...

>> ¿¡Entonces!? <<

¡Ella es más que una cara bonita!

—¿Todo bien?
—¿Qué?— respondí atolondrado... ¿En qué momento me subí al auto?
—Parece que estas... Molesto por algo— dijo con cautela.
—Yo, perdón... Solo tuve un cruce con los imbéciles de adentro

>>Mentiroso<<

—Ah bueno entonces...
—¿A la casa de antes?— pregunté esquivando el tema, notando como ella volvía a relajarse.
—Si...

No dije más nada e intenté relajarme, prendí un cigarro y comencé el camino a una velocidad tranquila, con música de fondo para que cada quien se sumerja en sus ideas. ¿Por qué reaccione así? Mia no es mi... Nada. Y aunque lo fuera, es un regalo del universo dejado entre simples mundanos... ¿Cómo podría oponerme a que otros admiren su grandeza?

>>Quizás ahora te afecta porque no admiras su grandeza de cerca...<<

¡¡Conciencia!!

>> ¿¡Qué!? ¡Tengo razón! <<

Bueno... Si, quizás.

Al notar la casa cerca bajé la velocidad y peleando con la molestia de la cantidad de autos, busqué un lugar para estacionar, me metí con velocidad y precisión de cirujano a un hueco exacto y vacío que estaba detrás de un Camaro bastante familiar que aún conservaba sus luces prendidas. Mientras acomodaba todo en mis bolsillos y aseguraba el auto antes de bajar, noté como las luces estridentes salían por las ventanas con desesperación. ¿Y la música? Creo que el alboroto se escucha hasta el barrio siguiente. Mia suspiró a mi lado, volviéndome a la realidad.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora