Capítulo 33: Verdad.

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Subí las escaleras de tres en tres, la necesidad de huir era cada vez mayor, pero ante el horario y la lejanía del aeropuerto, no podíamos hacer más nada. Iba a entrar en el cuarto que me designaron, cuando la voz de Toto sonó a mis espaldas.

—Gabo... Yo...— negué con la cabeza, no quiero hacer esto ahora.

Ella se acercó a mi más rápido de lo que esperé; se agarró de mis antebrazos con desesperación, obligándome a no apartar mis ojos de los suyos. Suspiré y dejé que mis parpados se cierren, no son tan estúpido, sé que debemos hablar. Mire a Ezra, quien se acercaba a paso lento hacia nosotros y, con una autoridad que no sé de donde saqué, me dirigí a él.

—Coordinemos el vuelo para mañana a primera hora, más o menos a eso de las ocho de la mañana. Los chicos no se levantan antes y ahora nos vamos a ir a dormir tarde

—¿Destino?

—Madrid, debemos volver a buscar nuestras cosas y entregar los departamentos— pensé y mi mente volvió a la razón principal de este viaje. Miré de nuevo a Anto antes de seguir hablando. —A menos que haya algún otro evento al que debamos asistir...

—Después de hoy es decisión suya, no voy a forzarlos a quedarse en Europa si no quieren— admitió con voz apagada y Ezra asintió.

El hombre de rastas no terminó de perderse por el pasillo antes de que me vuelvan a hablar.

—Gabo sé que es mucho, sé que es difícil... Pero esta es una bomba a punto de estallar, todos van a querer saber y preguntar

—Si, supongo que quiero la primicia de mi origen...— bufé y me arrepentí al ver la cara de Anto, fue muy brusco. —Por favor, pasemos

Tras un asentimiento pasamos a la habitación que compartimos con Mia; en otro momento me hubiese avergonzado que esta respetable mujer se siente en la cama donde su hija grita mi nombre, pero en el momento solo hay una cosa en mi cabeza: verdad. Necesito la verdad antes de siquiera poder pensar.

Me quité el saco del traje y lo dejé colgado en una silla, poco demoró la corbata en hacerle compañía. Apoyándolos en el tocador frente a mí, me saqué el reloj y los gemelos para poder arremangarme la camisa sin preocupaciones. Desacomodé mi cabello de la gomina antes de volver a ella; Anto me miraba expectante, como si esperara a que diera el primer paso. Antes que nada, saqué del mini bar incluido en el cuarto una botella de agua fría y se la pasé. Toto la aceptó, no sin fruncir el ceño.

—Supongo que después de esos gritos debes tener la garganta seca— respondí ante la pregunta implícita en su rostro.

Sus gestos gritaban cosas como "¿Por qué sos amable conmigo? ¿Estas esperando algo antes de gritarme? ¿Por qué no perdes la cabeza en este momento? ¿Por qué no me odias?" ... Y sí, posiblemente otro en mi lugar desataría esa furia con ella, honestamente creo que Mia lo va a hacer cuando se entere de todo, pero no tengo porqué, ella no lo merece.

—Si bueno... Esa fue una conversación intensa— admitió, bajando la mirada y tomando de la botella un buen trago. —Así que escuchaste mucho...

—Honestamente, al principio no quise interrumpir una conversación con una de tus socias más importantes— respondí con toda la calma que pude antes de sentarme a su lado. —Después solo quise confirmar que no estaba escuchando lo que escuché

—Yo no quise mentirte, nunca, lastimarte menos— dijo como primera instancia, aclarando su punto. —¿Qué es lo que querés saber?

—Todo lo que sepas— respondí sin rodeos. —Pero aparte quiero saber que te llevó a averiguarlo y desde cuando lo sabes

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora