«A través del pensamiento, aquello que deseas se acerca a ti. Por la acción, lo recibes».
Wallace D. Wattles.
Marzo, 2020
📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.
El lunes por la mañana desperté cuando mi teléfono sonó, pero no era la alarma, lastimosamente. Era un mensaje de Daniel, uno en el que insiste en que debía contestarle el teléfono.
Daniel: Esto ya se está pasando de color, Addy. En serio, debes contestarme. No está bien lo que hice, lo estoy admitiendo. LA CAGUÉ. Lo siento. Por favor. Llámame y hablemos, sé que podemos solucionar las cosas.
Me costó horrores no bloquear su número. Pero ¿por qué carajos no he bloqueado su número? Tal vez, porque sus jodidas palabras desesperadas me hacían la vida menos miserable.
Me removí hastiada de estar ya en la cama, con ese estúpido mensaje, las ganas de holgazanear se fueron al traste. Suspiré y me levanté, fui al baño, me cepillo los dientes y me lavo la cara. Me veía como una marmota, después de la fiesta del sábado y de un domingo de compras con Molly, estaba lista para tomarme el día libre, pero tampoco podía. Papá quería quedar para almorzar hoy y me dijo que Frank me llevaría con él a Lewis Enterprise. Pero, ahora que estoy despierta y aunque son las nueve de la mañana, espero poder ir a la empresa y saludar a Miriam, la asistente de papá.
Ella había sido muy buena conmigo cuando mi mamá murió, de hecho, tan amable como era, que hasta me llevaba con ella a su casa para que jugara con sus hijos y así no me sintiera tan sola. Me daría una alegría verla después de tanto tiempo, incluso cuando ella me enviaba un correo electrónico de vez en cuando, verla en persona seria aún más gratificante.
Me di una ducha rápida, me pasé el secador de pelo y le di un poco de control a mis hondas rubias, recogiendo toda mi melena en una coleta baja con hondas, dejando varios mechones sueltos. Me apliqué rubor, rímel y un gloss rosa en los labios. Después saqué de mi desordenado clóset —porque no quería ordenar— un jean azul ajustado, un top de crochet de tirantes color morado y unas Converse blancas, también agarré un suéter blanco por si acaso. Aunque dudaba que lloviera a estas alturas, Los Ángeles estaba demasiado caliente para mí gusto.
Bajé a la cocina después de tomar mi billetera, el teléfono, el cargador, el gloss, las llaves de la puerta y meterlo todo en el pequeño bolso. Me encontré con Serena preparándome un café con leche, tostadas con aguacate, huevos revueltos y bacón.
—Dios, Serena, eres la mejor —le di un beso en la mejilla antes de sentarme frente a la barra del desayuno—. Creo que no sabía lo mucho que extrañaba tu sazón hasta ahora.
—Yo también te eché de menos, niñita —me sonrió, poniendo el plato frente a mí—. ¿Quieres jugo de uva también?
—Claro, gracias —le di una gran mordida a la tostada, sintiendo como el aguacate quedaba estupendo con la rebanada de pan caliente—. Mmm, esto está buenísimo.
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Claroscuro
Romance«El arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necesario para vivir». Oscar Wilde. Adelinne Lewis tiene la vida resuelta, o eso creía. Con el corazón roto y dos maletas llenas de ilusiones y esperanzas muertas, vuelve al lugar que fue su hogar d...