40. Nuevas alianzas.

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«El éxito no se alcanza, se atrae»

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«El éxito no se alcanza, se atrae».

Farshad Asl.

Junio, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Debo admitir que estoy sorprendido con el currículum de Matthew Remington. Tiene experiencias en ámbitos que, obviamente, le llevó mucho tiempo participar y trabajar. Es ingeniero industrial y automotriz, junto con doctorado en cada carrera. Ha trabajado con los mejores. Ha sido invitado a dar su opinión en la fabricación de los últimos modelos de Ford, Ranger Rover y Toyota. Claramente tiene lo suyo, quizás se deba a que tiene treinta y nueve años, aunque no los aparente.

El tipo es alto, rubio y más grande en musculatura que yo en muchos aspectos. Tal vez sea su ADN británico y el hecho, por supuesto, que es el hijo de el gran Wade Garrett Remington, un ex peleador de UFC. En sus tiempos, daba más miedo que un maldito gigante. Apenas Matthew pisó la empresa, todas mis empleadas femeninas quedaron boquiabiertas. Más de una se sonrojó, todas se ofrecieron amablemente a traernos café. Admito que nunca había visto tanta disposición en mi personal femenino, pero no las culpo, incluso Anthony me preguntó si el tipo se equivocó de carrera y no pertenecía a alguna agencia de modelos. Creo que todas mis trabajadoras opinaron lo mismo.

Pero, una cosa era su físico para las mujeres, y otra cosa era su semblante para los negocios. Nos saludamos con un firme apretón de manos y en cuanto lo miré, supe que el tipo sabía hacer negocios. Punto para él. Anthony nos preparó la sala de juntas y lo dejó pasar junto con su asistente. Una mujer de unos treinta y tantos años, rubia, alta, vistiendo un traje formal femenino y unos tacones tan altos que la dejaban casi a mi altura. Podía decir que era incluso más seria que él.

Tomé mi puesto en la cabecera de la mesa y él hizo lo mismo al otro lado, la mujer se sentó en la siguiente silla disponible junto a su jefe y Anthony se sentó junto a mí, dando a entender que era mi mano derecha, como siempre.

—He oído hablar mucho de King Investments. Ha estado en boca de todos los últimos años —dijo Matthew, mirando Los Ángeles desde el ventanal del techo al suelo—. Ha invertido en muy buenos negocios.

—Actualmente están por inaugurar una galería, ¿no es así? —habló esa vez la mujer, Astrid Emerson.

—Mi socia y yo hemos estado trabajando en eso, sí. El recibimiento que tuvo el comunicado de prensa que salió a principio de esta semana ha sido gratificante. Tenerla a ella para darnos renombre fue el punto clave —miré a Remington, que seguía estoico, analizando la situación.

—Y esta socia, ¿tiene nombre? —cuestionó.

Fruncí ligeramente el ceño, sin querer mostrar más emociones de las necesarias. Pero me comía la curiosidad por saber a qué venía tanto interés hacia eso.

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