«La vida es muy simple, pero insistimos en complicarla».
Confucio.
Agosto, 2020
📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.
El alta fue dada el lunes por la mañana, a Rose y a mí nos pareció extraño que dejarán ir a casa a Arturo tan pronto, pero el doctor nos aseguró que todo estaba en orden. La herida estaba cicatrizando a la perfección y las laceraciones del hígado casi eran cosas del pasado. El doctor dijo que Arturo tenía muy buena resistencia al dolor y que, como pocas personas en el mundo, sanaba bastante rápido. Yo aún no estaba convencida, pero decidí no discutir.
Salir del hospital fue una completa odisea, porque los periodistas estaban acampando afuera, a la espera de obtener más información sobre Arturo y su estado de salud. Decidimos sacarlo por la parte trasera, pero uno que otro periodista nos siguió hasta que Edward, con voz monótona, dejó en claro que no teníamos tiempo ni disposición para responder preguntas ahora mismo. Subimos al auto y nos marchamos.
Cuando llegamos a casa, teníamos una pequeña reunión de bienvenida para él. Vinieron Anthony, Sasha y el bebé, Brad y Blue, Hedwig —que quería echarle un vistazo a la casa de mi novio el millonario—, unos abogados de la empresa, Noah Paxton y Jasper Greyson, llegaron para saludar y no se quedaron mucho tiempo, por lo que se marcharon rápidamente, Edward, Rose, Kaiser y yo. Almorzamos y pasamos un rato agradable hasta que Arturo se sintió cansado por los analgésicos que le di y lo llevé a nuestra habitación.
—Dios, esto es una mierda —se quejó cuando lo ayudé a recostarse en la cama.
Sonreí y le quité los zapatos, la camiseta y después los anteojos. Lo cubrí con la manta y le acaricié el cabello cuando cerró los ojos.
—Pasará pronto —le digo—. Solo debes dormir un poco para que los analgésicos hagan efecto, ¿vale?
—Mmh —murmuró, suspirando—. Recuéstate conmigo.
—Ahora mismo no puedo, cielo.
—¿Por qué diablos no?
Tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido. Se veía de los más divertido y adorable.
—Porque tengo que despedir a nuestros amigos y agradecerles por haber venido —le recuerdo, acomodando un par de cosas en la habitación—. Pero volveré después, ¿de acuerdo?
—Mmh —refunfuñó.
Vi a Kaiser hacerse una bolita al lado de Arturo, apoyando su cabecita en el pecho de él.
—¿Quieres que lo saque?
—No, déjalo aquí —Arturo lo acarició detrás de las orejas—. Me hará compañía.
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Claroscuro
Romance«El arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necesario para vivir». Oscar Wilde. Adelinne Lewis tiene la vida resuelta, o eso creía. Con el corazón roto y dos maletas llenas de ilusiones y esperanzas muertas, vuelve al lugar que fue su hogar d...