62. Marido y mujer.

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«¡Qué mejor cosa para dos almas humanas que saberse unidas para toda la vida!»

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«¡Qué mejor cosa para dos almas humanas que saberse unidas para toda la vida!»

George Eliot.

Septiembre, 2020

📍Honolulu, Hawái, Estados Unidos.

14 de septiembre. La fecha que ha sido grabada en mi corazón a fuego lento. Una fecha que ha marcado un antes y un después en mi vida. ¡Me he casado! ¡Es el día de mi boda!

Estoy casada con el amor de mi vida. Arturo King es mi esposo. Mi amado, amado esposo. Y yo soy la señora Adelinne Lewis-King. ¡Hurra! Dios, no puedo creerlo. Es que ni siquiera lo he procesado del todo.

—¿En serio hemos hecho esto? —le cuestiono a mi esposo.

Mi esposo. Este hombre tan grande, precioso, sexy y amable, cariñoso, honesto y perfecto es mi esposo. ¡Sí! Que suerte a la mía.

Me mira, con sus anteojos sexys sobre el puente de su nariz. Se ha quitado el saco, la corbata y los zapatos. Los primeros tres botones de su camisa están desabrochados, las mangas enrolladas hasta los codos y esa sensualidad suya que derrocha por todos sus poros nadando como un halo alrededor de él.

—Sí, creo que lo hemos hecho —me da una sutil sonrisita de galán de telenovela—. Estamos casados.

—Estamos casados —repetí—. Guau. Es increíble.

—Lo sé —me aprieta la mano con fuerza.

Caminamos descalzos por la playa, un poco lejos de la orilla para no mojarnos los pies. Disfrutamos tranquilamente de la noche y la inmensidad del mar. El sonido de las olas y el olor a sal marina impregnan el aire con calor y una leve brisa fresca. La luna está llena y redonda en lo alto del cielo. Brillando en la infinidad del cielo nocturno y oscuro. Reflejando en las aguas tranquilas.

Luego de nuestra muy emotiva y hermosa ceremonia, todos nuestros amigos y familiares nos abrazaron y besaron para ofrecernos sus más sentidos y buenos deseos. Lloré mucho, debo admitirlo. Tengo los ojos un poco hinchados y la nariz congestionada por tanto momento lacrimógeno. Luego cenamos —cortesía de Rose, Serena y Jess—, Arturo y yo tuvimos nuestro primer baile oficial como esposo, con I Love You Baby de Frank Sinatra. Sasha fue la encargada de la música, como de la ceremonia. Supongo que tener una abogada en la familia es muy útil si quieres casarte con rapidez. Hedwig se hizo cargo de las fotografías, luego de recuperar su brazalete de la suerte.

Hubo risas, fotos espontáneas, momentos graciosos y anécdotas contadas a modo de brindis por parte del padrino y la madrina —Anthony y Molly—, que no dudaron en avergonzarnos a todos, pero valió la pena. También hubo mucho vino, comida y bailes de borrachos. Y, por supuesto, mucho amor.

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