«Toma decisiones desde el corazón y usa tu cabeza para hacer que funcionen».
Sir Girad.
Marzo, 2020
📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.
No pude dormir mucho, mis pensamientos eran un remolino de ideas locas, malos recuerdos y heridas sangrantes. Caí rendida cerca de las dos de la madrugada y de ahí desperté tres veces más sin poder dejar de pensar. Me desperté a las seis otra vez, luego de dormir una hora y media máximo, y no pude volver a cerrar los ojos.
Me levanté de la cama con el teléfono en la mano, me puse mi bata felpuda sobre mi pijama de flores, mis pantuflas de unicornio y salí de la habitación. Fui directamente a la cocina, saqué un vaso de la alacena, una jarra de jugo de uva y me fui a «El santuario de Addy». Todo estaba desordenado y revuelto, pero me las arreglé para poner un caballete, un lienzo en blanco y una mesa para las pinturas, los pinceles y el jugo. Me serví un vaso generoso, el cual bebí de un solo sorbo.
Después miré el lienzo, una nueva oportunidad para crear una obra de arte. ¿Qué podría pintar? ¿Un paisaje? ¿Una persona? ¿Qué?
Tomé un pincel y lo manché con pintura negra, empecé pintando el fondo. Negro, blanco. Oh, un poco de gris. Quizás un azul oscuro y de ahí subir hasta el azul más claro. Como el cielo, sí. Con el pincel más delgado tracé una línea, una línea que se alargó, se cruzó y dio giros inesperados sobre el lienzo. No tuve que pensar, solo sentí. Dejé que la pintura, la sensación de las cerdas suaves arrastrándose sobre el lienzo y el peso del pincel en mi mano le dieran a mi alma la tranquilidad que tanto necesitaba. Sentí que un peso se iba de mis hombros, que la tristeza mermaba dentro de mí corazón.
Cuando pude levantar la cabeza del lienzo los rayos del sol se filtraron por las cortinas azules, en mi teléfono marcaron las ocho de la mañana y la jarra de jugo de uva se ha vaciado por completo, solo queda un poco en el vaso.
Dos horas necesité para hacer un nuevo cuadro. Una nueva obra. En dos horas, plasmé un fragmento de mi alma.
—¿Cuánto llevas aquí? —la voz de mi padre me hizo saltar en el banquillo.
Me llevé una mano al pecho, con pincel manchado de rojo y todo. Me reí y miré por encima de mi hombro. Está detrás de mí, vestido con su traje negro listo para el trabajo.
—Dios, papá, casi me matas del susto.
Se ríe, arrastrando otro banquillo y sentándose a mi lado.
—Lo siento —se cruza de brazos y me mira—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Dos horas, creo —suspiro y dejo el pincel en la mesa, agarro el vaso de jugo y bebo lo que queda—. Necesitaba pensar, despejarme... Por eso vine aquí.
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Claroscuro
Romance«El arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necesario para vivir». Oscar Wilde. Adelinne Lewis tiene la vida resuelta, o eso creía. Con el corazón roto y dos maletas llenas de ilusiones y esperanzas muertas, vuelve al lugar que fue su hogar d...