2. La clave.

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«Un hombre puede marcar la diferencia entre la victoria y el fracaso»

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«Un hombre puede marcar la diferencia entre la victoria y el fracaso».

Emperador • Mulan.

Febrero, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Dicen que la clave de las inversiones es el riesgo, yo digo que es la rentabilidad. Incluso cuando el riesgo es mínimo, si el producto no es rentable, entonces no sirve para nada. Mi punto de partida al momento de invertir es ver si el producto realmente vale la pena, por muy pequeño que sea, por muy absurdo que parezca. Si lo veo siendo un éxito a futuro, entonces vale todo el riesgo del mundo.

Lewis Enterprise es una buena empresa, con riegos mínimos y productos rentables, pero esta nueva idea en particular me está generando muchas dudas. Por eso llevo toda la mañana sentado frente a su CEO, Elliot Lewis, el magnate de telecomunicaciones más importante de Los Ángeles. Intento debatir internamente si es necesario invertir diez millones de dólares en su innovadora idea, pero me hace falta más... chispa.

—Estamos hablando de llevar internet a Nepal —dice uno de los socios mayoristas de la empresa—. Muchos ya han llevado recursos alimenticios, mejorando la calidad de vida, pero pocos se atreven a llevar tecnología. Los niños necesitan educación, merecen ir a la escuela.

—Entonces, nosotros llevaríamos la educación a Nepal —digo.

—Básicamente —asiente el hombre—. Seríamos los pioneros en hacer esto en las principales ciudades con menos recursos. La prensa estaría sobre nosotros.

No es una mala idea, ayudar a las personas es algo que siempre está en primer lugar, pero arriesgarse solo para que las cámaras te filmen haciendo una buena obra no es lo que tengo en mente para esta inversión.

—¿Qué dice el gobierno de Nepal, Elliot? —cuestiono hacia el dueño del circo, no tengo tiempo para sus payasos.

—Por ahora no confían en el resultado, exactamente el dinero no es algo que puedan proveer —dice, recostándose en su silla—. Nuestro contacto claramente espera que nosotros demos la primera parte, un setenta por ciento. Sí el resultado es favorable, él invertirá el ochenta y nosotros solo el veinte la próxima vez.

Como dije antes, el riesgo en mínimo en casos como estos. Cuando se invierte en zonas con pocos recursos de cualquier tipo, el resultado siempre es viable, pero si no están comprometidas todas las personas del negocio, la rentabilidad no es confiable.

—Hagamos una cosa —dije, poniendo una mano en la mesa de caoba marrón—. Habla con tu contacto en Nepal y dile que compre el cincuenta por ciento, así solo invertiremos la mitad en producción. Esto es un toma y dame, no siempre podemos ir en la cabeza, por eso los tratos mueren y fracasan. Este hombre no piensa dar su dinero porque cree que la idea en absurda —todos en la mesa parecen más tensos que hace un segundo, cuestionando mi propuesta. Excepto Elliot, que claramente está interesado en lo que digo—. Yo no opino lo mismo. Pienso que es una buena idea, pero quiero un incentivo más grande. Sí él compra el cincuenta por ciento del producto, yo invierto veinte millones a la causa.

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