54. El mejor plan de mi vida.

353 56 13
                                    

«Cada vez que creamos un plan, terminamos improvisando»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Cada vez que creamos un plan, terminamos improvisando».

LASOMBRA.

Agosto, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Después de la cena de ensayo, volvimos a casa por las maletas que Addy había insistido en hacer para poder pasar la noche en la casa de su padre. Elliot y Molly habían insistido, dado que mañana sería todo un reto y querían compañía familiar. Además, Adelinne quería ayudar en lo que más pudiera para que Molly no se estresara más de la cuenta. No pude decirle que no, así que Ronny —nuestro nuevo guardia de seguridad— nos llevó a casa para pasar por las maletas y despedirnos de Kaiser y volver a casa de Elliot.

A Rose y Edward los traería Marcus cuando empezara la ceremonia mañana, Anthony y Sasha también estarían allí para entonces, lo cual hacia todo mejor y más llevadero. Elliot Lewis nos había aceptado a todos en su familia y no podría estarle más que agradecido por ello. Además, Molly estaba encantada, porque su familia se hacía cada vez más grande.

—Vamos —dijo Addy cuando llegamos a la casa de su padre.

—Déjame ayudarte —insisto en llevar las maletas, pero ella no me deja.

Me lanza una mirada amenazante por encima de su hombro.

—No puedes cargar peso.

No refuté, levanté las manos en señal de rendición y la seguí escaleras arriba. La seguí por el pasillo y me señaló la puerta de su habitación. El día de la mudanza no pude venir por trabajo, entonces esta sería mi primera vez en su antiguo dormitorio.

Su habitación era el sueño de cualquier adolescente, con una cama de dos plazas en medio de la habitación, un gran tocador con un enorme espejo con luces blancas incrustadas y un escritorio con una silla giratoria. Su pequeña obsesión con los peluches queda en evidencia al haberlos por doquier, incluso cuando ya se llevó un montón a casa. Un pequeño estante de libros ya vacío y un puff gigante en un rincón.

Se le marcó una sonrisa nostálgica en el rostro.

—Siempre es bueno volver —dijo, arrastrando las maletas a un rincón.

—Ya veo porqué —le sonreí de vuelta—. Es muy acogedor.

—Hice exactamente lo que mi madre y yo queríamos hacer con esta habitación —explicó, la miré con curiosidad, queriendo escuchar la historia completa. Nos sentamos en la orilla de la cama—. Antes de que mamá muriera, pasábamos horas y horas planeando cómo sería mi habitación cuando fuese adolescente. Lastimosamente no pudimos hacerlo juntas, pero cuando cumplí los catorce años, le dije a papá que quería remodelar toda la habitación —subió los hombros y me dio una sonrisita burlona—. Papá contrató una decoradora de interiores para que me ayudase con todo y le dio un presupuesto de un millón.

ClaroscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora