4. ¡¿Quién es este tipo?!

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«Cada vez que alguien despierta un deseo en otro se enciende el motor que pone en marcha el mundo, se desata una energía a la que es inútil resistirse»

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«Cada vez que alguien despierta un deseo en otro se enciende el motor que pone en marcha el mundo, se desata una energía a la que es inútil resistirse».

Antonio Gala.

Marzo, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Hoy es sábado, lo que indica que me deben transferir el dinero de las ventas de las pinturas vendidas durante la exhibición en Nueva York. Esta mañana Mariano envío un mensaje que decía que diez de las veinte pinturas ya habían sido vendidas durante el día, que esperaba que en el resto de la tarde se vendieran más. Deseaba que fuera cierto, así no tendría que tratar con ellos mientras se efectúa el envío.

Eso me tenía un poco estresada, pero eso no duró mucho, ya que esta noche también es la gala de recaudación de fondos para los niños del albergue. Y, según Molly —quien había ayudado a organizarlo todo—, teníamos que ir de etiqueta. En pocas palabras, súper formales. Demasiado elegantes.

Gracias al cielo que todas mis cosas habían llegado a la casa en el transcurso de la semana. El resto de mi ropa, mis herramientas de trabajo, las pinturas, los caballetes, los cuadros que aún no terminaba y los lienzos nuevos. Molly me ayudó a organizar todo en la suite vacía junto a mí habitación. Ahora se llama «El santuario de Addy».

Y, como ahora éramos amigas, también me estaba ayudando a arreglarme para esta noche. La verdad es que siempre me maquillaba yo, incluso para mis entrevistas y presentaciones en vivo. Pero, como hoy es un día especial, tenía que verme aún mejor.

Me puse un vestido negro sin mangas y de escote recto, con una aventura desde el inicio del muslo hasta el suelo, mostrando una pierna. Unas sandalias de tacón de aguja con tiras altas y doradas adornaban mis pies, haciendo que mi postura se viera más estilizada. Molly recogió un lado de mi cabello con horquillas transparentes y dejó el resto suelto y rizado en hondas gruesas. También maquilló mis ojos con tonos nude, marrones y negros, me hizo un delgado delineado negro y pintó mis labios de color rojo carmesí. Debía admitirlo, me veía despampanante.

—Dios, parezco una estrella de Hollywood —jadeé al verme al espejo de cuerpo completo, me giré y noté que mi trasero se veía más acentuado—. ¡Incluso tengo nalgas!

—Claro que tienes, tontita —bufó Molly, que seguía rizando los cabellos traviesos que se salían de su moño de princesa—. Solo tienes que acentuar tus rasgos de la manera adecuada, y serás la maldita reina del universo.

—Gracias, me encantó todo lo que hiciste —le sonreí, agarrando mi chal de peluche blanco, porque la noche estaba fresca y no quería pasar frío—. También te ves estupenda. Me encanta el vestido.

—Gracias —sonríe.

Molly se puso un vestido parecido al mío, pero de color rojo con tirantes y escote de corazón, sin aberturas. También se puso un chal blanco porque esta noche seríamos gemelas. Sus palabras, no las mías. Pero sinceramente esto me parecía de lo más divertido.

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