27. Eric Collins.

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«Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene»

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«Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene».

José Martí.

Abril, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Una tormenta, eso se avecina en Los Ángeles. Ciertamente no es una tormenta puramente dicha, pero las lluvias que han sido anunciadas parecen más fuertes de lo esperado. Como hoy, por ejemplo, la ciudad está revuelta y el tráfico es horrible, tengo como responsabilidad cuidar a Sasha mientras compramos el asiento para autos del bebé. Hoy el sol decidió brillar por su ausencia y las nubes negras adornan el cielo.

Hemos ido a tres tiendas para bebés y a Sasha no le gusta nada. Lo único que hemos hecho es comer. Bueno, ella ha comido y yo he pagado por todo. Ahora estamos en una fila para comprar un helado de McDonald 's.

—¿Por qué no me habías dicho que estabas enamorado de Adelinne? —dice cuando obtiene su cono.

—¿Enamorado? —la miro mientras caminamos por el centro comercial.

Sabía que esta conversación llegaría pronto, ella solo estaba siendo prudente, creo. Aunque, si soy honesto, Sasha jamás ha sido prudente. Quizás toda la comida la ha vuelto olvidadiza.

—Vamos —lame su helado—. Para ser muy serio no sabes para nada disimular tus emociones. Y, siendo sincera, eras demasiado obvio. Sabía que te gustaba, pero está clarísimo que ahora estás enamorado de ella... ¡Oh, mira! Ese asiento me gusta —señala una vitrina y me agarra de la mano para tirar de mí hacia el almacén—. ¡Disculpe, señorita! ¿Nos puede decir cuánto cuesta este asiento?

Una chica castaña con una camisa rosada y pantalones caquis se acerca a nosotros prácticamente corriendo.

—¿Este asiento? —señala la cosa monstruosa color gris con azul cielo—. Este cuesta novecientos cincuenta dólares.

—¿En serio? —arqueo una ceja hacia la vendedora—. ¿Qué hace? ¿Vuela hasta la luna?

La chica se sonroja, pero mira disimuladamente hacia Sasha que se ríe detrás de su helado.

—Es que viene con adicionales —tartamudea—. Portavasos y bolsas de aire incluida. También puede acoplarse a cualquier vehículo y en cualquier posición que se desee. ¿Su esposo que tipo de auto tiene? Tenemos una persona que se encarga de instalarlos por si...

Sasha casi escupe el helado.

—¿Esposo? —me señala y después se ríe cuando la vendedora me mira—. ¡¿Crees que él es mi esposo?!

A mí también me entra la risa, pero me controlo más que Sasha.

—No, no es mi esposo —niega, pero entrelaza su brazo con el mío—. Es mi Sugar Daddy.

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