11. ¿Socios?

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«Un negocio que no hace nada más que dinero es un negocio pobre»

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«Un negocio que no hace nada más que dinero es un negocio pobre».

Henry Ford.

Marzo, 2020

📍Los Ángeles, CA, Estados Unidos.

Es jueves. Son las diez y quince de la mañana. Me levanté a las cinco de la mañana, hice ejercicio en el gimnasio de mi casa y salí a tiempo para llegar a la empresa. Las dos reuniones que tuve desde las siete de la mañana —una videoconferencia y una presencial— fueron muy productivas. Creo que hace tiempo no tenía muy buenas pláticas con mis clientes y mis socios.

Sin embargo, mi ánimo está comenzando a decaer porque mi siguiente reunión se está retrasando. Y, si soy completamente honesto, he estado esperando por esto desde ayer.

La puerta de mi oficina se abre de sopetón y un iracundo Anthony Collins entra sin ser invitado.

—No te dije que te sentaras —me acomodo en mi silla cuando él se desploma en una al otro lado del escritorio. Me mira como si quisiera arrancarme la cabeza—. ¿Qué te pasa?

—No, la pregunta aquí es —sisea—: ¿Qué te pasa a ti?

—¿A mí? —frunzo el ceño—. Nada. ¿Debería pasarme algo?

—No, bueno —se encoje de hombros y se cruza de brazos—. Es que es raro que me hayas hecho cancelar la videoconferencia con los australianos porque tienes una cita más importante. Y —levanta la mano, interrumpiéndome—, si no estoy equivocado, tu cita importante es con Adelinne Lewis. ¿Es así?

Bueno, quizás olvidé decirle a mi asistente que tenía una reunión con la señorita Lewis. Pero, ¿eso qué?

—Sí, lo es —asiento, sin darle importancia, aunque realmente tenga muchísima—. ¿Qué ocurre con eso?

Anthony entrecierra sus ojos marrones en mi dirección, apoya las manos sobre mí escritorio y se inclina hacia adelante.

—No me quieras ver la cara de idiota, King —sisea para enfatizar sus palabras—. Nos conocemos desde que usábamos pañales, maldita sea. Te conozco. Te conozco mejor de lo que crees y si piensas que no he notado el cambio que ha habido en ti desde que viste a la hija de Elliot Lewis en aquella subasta, entonces eres tú el que no me conoce a mí.

De acuerdo, me atrapó. Tengo que admitirlo, hasta yo mismo he notado cierto cambio en mi actitud desde hace unos días. No he querido pensar en eso, darle importancia o simplemente sentarme a analizar la situación.

¿Temor? ¿Recelo? ¿Ignorancia? Un poco de las tres.

—Vale, de acuerdo, tienes razón —asiento y suspiro—. Lo admito, han pasado cosas, eso es todo.

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