CAPITULO 58 - NO PUEDO QUITAR MIS OJOS DE TI

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Lunes, 20 de junio de 2005.

*Televisa*
*Restaurante*

─ Buenos días. ─ le dijo Victoria a César.

Estaba sentado solo, esperándola.

─ Buenos días, amor. Me dijiste que vendría, así que compré todo lo que te gusta comer.

Miró la mesa y sonrió.

Incluso el borde del pan, que a ella no le gustaba, ya lo había quitado.

─ Gracias. Te besaría aquí si pudiera. ─ Susurró mientras se sentaba.

─ Sigo sin entender por qué programaste nuestro café aquí. ¿Algo pasó?

─ Nada más que quería dormir un poco más y cada vez que vamos a tu casa tengo que levantarme muy temprano. ─ Hizo un puchero.

─ Cambiaste mis besos por horas de sueño, lo entiendo.

Ella río. ─ ¿Perdóname?

─ Sólo si terminamos de comer y vamos a tu camerino.

─ Prometo comer lo antes posible. ─ Victoria le guiñó un ojo.

***

*Camarín Ruffo*

César y Victoria estaban abrazados en el sofá, ya se habían perdido los labios.

Pasar el fin de semana separados era cada vez más doloroso.

─ No entendí lo que me dijiste por teléfono sobre él. ─ dijo César.

El "él" era Omar.

─ No ha venido estos días, dijo que el sábado tenía una cena muy importante y pensó que sería mejor quedarse en Pachuca.

Victoria sintió que César respiraba profundamente. ─ ¿Hasta cuándo seguirá huyendo?

─ No lo sé, pero en algún momento tendrá que venir.

─ Vivian también huye. ─ dijo.

─ ¿Hablaste con ella?

─ No exactamente, solo dije que necesitábamos hablar y creo que se imagina de qué se trata, porque pensó en ir a visitar a su madre.

─ Sería más fácil para todos si no lo hicieran.

─ No tardará, Carla no puede faltar a clase.

─ César... ─ Ella se enderezó para mirarlo. ─ ¿Crees que ella sería capaz de...?

─ ¿Intentar suicidarse? ─ César completó la pregunta sin dudarlo, ya que él también estaba pensando en ello.

─ Eso.

─ No lo creo. Viv... ─ Victoria hizo una mueca al escuchar a César decir el apodo cariñoso con el que llamaba a su esposa y él entendió. ─ Vivian estaba pasando por un momento difícil en aquello momento y yo sólo empeoré todo. Hoy en día está muy bien, más tranquila, no creo que vuelva a hacer algo así.

─ Qué bien. ─ Victoria fingió una sonrisa.

─ No te preocupes. Te prometo que esta vez nada hará que me rinda contigo. Finalmente seamos felices juntos.

Victoria sonrió.

Enamorado de esa sonrisa, César pasó sus brazos alrededor de su cintura, acercándola a su cuerpo. La respiración de él calentó su rostro.

Y entonces sus labios, en un beso voraz, calentaron todo su cuerpo.

***

Victoria no podía negar que estaba feliz, a pesar de todo, estaba feliz.

LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora