LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESAR

CAPITULO 24 - EL PERDEDOR

César sintió que su cuerpo se tensaba, estaba perplejo por lo que acababa de escuchar, era una palabra pequeña, sin sentido para muchas personas y fuente de gran felicidad para otros, pero para él había causado un miedo inexplicable, como si el piso debajo sus pies se había abierto y se estaba hundiendo en un cráter sin fin, cayendo en un hoyo tan profundo que era imposible respirar, se sentía asfixiado, necesitaba salir de ese hoyo, pero no podía moverse, en su cabeza solo una sola palabra resonó: ¡Prometida!

— César... César...

Escuchó una voz masculina que lo llamaba, pero César no podía razonar.

— ¡César! — La voz masculina lo llamó con más fuerza y ​​sintió una mano en su hombro.

César logró mover la cabeza y mirar hacia un lado, vio que era Fernando Colunga quien lo llamaba.

— ¿Todo bien? — preguntó Fernando.

— Si, ¿por qué?

Fernando le hizo un gesto para que mirara hacia adelante y César así lo hizo, al mirar hacia adelante se encontró con un par de ojos grandes de color verde oscuro, tal vez podría decir que tenía cierto miedo en esa mirada. Cesar bajó la vista de la mirada de Victoria y fue a su mano derecha donde contenía un anillo en su dedo anular y la mano de un hombre sosteniéndolo.

— Lo siento, solo estaba recordando que olvidé algo importante en el auto. — César dijo mirando a Omar.

— Está bien, solo estaba explicando que Vicky aceptó ser la futura Sra. Fayad y estábamos aquí celebrando nuestra felicidad.

"Señora Fayad"

— Soy un hombre muy afortunado de haber logrado que la mujer más perfecta de México me acepte a su lado. — agregó Omar.

— Felicitaciones, Omar Gayad. — César hizo una pausa. — Lo siento, Omar Fayad, lo siento, tengo algunas dificultades para pronunciar los apellidos árabes.

Omar solo sonrió y asintió en respuesta.

— Como decía, felicidades a los dos, les deseo toda la felicidad que se merecen. — Probablemente solo Victoria notó su tono sarcástico.

— Gracias. — Dijo Omar.

— Gracias. — Victoria susurró, había estado en silencio desde que Cesar había entrado en esa habitación.

— César, ya que eres amigo de mi futura esposa, me gustaría que los dos también pudiéramos ser amigos. — Omar le tendió la mano a César.

César miró la mano extendida de Omar, luego miró su rostro y luego miró a Victoria que parecía bastante asustada. Y finalmente agarró con fuerza la mano del prometido de su amiga.

— Tal vez, todos mis amigos ganaron mi amistad. — Dijo César mirándolo. — Te garantizo que no es una tarea fácil, pero podemos intentarlo, siempre y cuando cuides bien de ella y de su hijo. — Cesar agarró la mano de Omar con más fuerza. — No me gustaría que les pasara algo malo a los dos.

— No tienes que preocuparte por eso, los amo a los dos y haré todo lo posible para hacerlos felices. — César arqueó una ceja.

— ¡Excelente! — César soltó su mano. — Tendrás una hermosa familia, felicidades por haber sido elegido.

— Gracias.

— Disculpe, tengo que volver a mi auto.

César estaba saliendo de la habitación, pero se detuvo y miró hacia atrás y dijo:

— Felicitaciones de nuevo, se merecen, sean felices.

Cesar salió de la habitación sin esperar a escuchar alguna respuesta.