CAPÍTULO 38 - NO QUIERO HABLAR

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Viernes, 17 de diciembre de 2004.

Victoria viajó con su hermana Gaby, su mamá y sus tres hijos hacia Mérida para grabar las primeras escenas del inicio de la telenovela, agradeció a Dios por haber pasado esos días lejos, más precisamente lejos de César, el día anterior había ido a su apartamento, cómo se atrevía Victoria a pedirle a su hermana que le dijera que ella no estaba allí, que no quería verlo, que no podía verlo y mucho menos allí en su propia casa.

Victoria, Michelle Vieth y Archie Lanfranco pasaron el día grabando en el Parque de La Paz en un antiguo penitenciario, terminaron todas las escenas en la noche, al día siguiente, Victoria y todo el equipo viajaron a Cancún, donde se grabarían algunas escenas más.

Victoria estaba en la playa, filmando otra escena, estaba tan feliz de poder hacer lo que amaba nuevamente y en un lugar tan hermoso.

Desafortunadamente, estar en esa hermosa playa le hizo recordar el tema prohibido, no es que lo hubiera olvidado, pero estar allí le hizo recordar el viaje que una vez hicieron hace cuatro años a la playa, juntos vieron la puesta de sol más hermosa que nunca Victoria había visto en su vida.

*Flashback On*

César y Victoria caminaron hacia la playa. Victoria se detuvo en la arena, cerca del agua, y comenzó a quitarse las sandalias.

— Sentir tus pies hundirse en la arena es una de las mejores sensaciones del mundo.

César empezó a llevar sus sandalias en la mano derecha, con el brazo izquierdo alrededor de su estrecha cintura.

— Nuestro viaje ha sido tan perfecto.

Se detuvieron a la orilla del mar, donde la arena estaba húmeda y firme, abrazándose, sintiendo la marea llegar a sus pies y tobillos.

— Es asombroso lo constantes que son las mareas, sin importar lo que esté sucediendo en el planeta.

César la miró sorprendido por esa afirmación, sonrió y luego asintió: — Es verdad...

Caminaron lentamente a lo largo de la orilla. Los edificios del complejo dieron paso a una densa vegetación.

— ¿Ves ese banco de allá entre los árboles, César? ¿Por qué no nos sentamos y disfrutamos de la puesta de sol?

— Bien. Desde ahí tendremos una hermosa vista al mar, además de toda privacidad.

Se sentaron juntos en el banco y se abrazaron.

— Qué bueno es sentir esa deliciosa brisa que viene del mar. — Sus dedos se apretaron sobre los de ella. — ¡Todo es tan vibrante, tan vivo!

— Así me siento, más vibrante, más viva...

— Yo también soy así, tú me haces sentir así.

— ¿Victoria? — César respiró contra su cuello, su voz baja y acariciante.

— ¿Sí?

— ¿Recuerdas lo de ayer en la playa?

— Por supuesto que lo recuerdo.

— Es súper emocionante hacer el amor en un lugar público, ¿no crees?

— Sin duda... es muy estimulante.

César se levantó y caminó alrededor del banco, deteniéndose detrás de ella, muy emocionado.

— Levántate, amor.

Ella obedeció. El sonido de una cremallera siendo desabrochada y la pesada respiración de César sonó detrás de ella. Se acercó más, apoyándose en ella, haciéndola sentir cuánto lo complacía.

LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora