CAPITULO 23 - PERDÓN

174 15 2
                                    

Según una tradición, los hombres no deben llorar, no deben mostrar debilidad y mucho menos sufrir por amor, esta tradición que funciona muy bien... en teoría. Porque los hombres lloran y sufren lo mismo que las mujeres, solo que algunos hombres son incapaces de decir lo que piensan o sienten, difícilmente admiten lo mucho que están sufriendo por amor, lo rotos que están cuando termina una relación, tanto o más que las mujeres, la diferencia es que las mujeres exponen abiertamente todo su sufrimiento, parece que el mundo necesita saber que están en esa fase de mujeres abandonadas, sufriendo por amor, esto es tan común que no da miedo, pero ves a un hombre, incluso si no ha sido abandonado, sufriendo por amor, esto es algo que choca a algunas personas, ver a un hombre que se considera viril, el varón, sufriendo por amor, es casi como decir que tiene un toque femenino. Y por eso, algunos hombres cuando sufren por amor, hacen dos cosas, van a un lugar donde puedan estar solos y se esconden en copas, donde nadie los pueda ver en una situación tan compleja.

Lo que quiero decir es que nuestro cubano está entre esos hombres que se esconden del mundo para poder llorar su dolor y ahogarse en alcohol sin que nadie lo vea.

Simplemente no sé si eligió el lugar adecuado para ello.

Quienquiera que entrara a la casa, la casa que era suya y de Victoria, lo era. Iba a pensar que algún huracán había pasado por ahí, el aspecto de la casa por dentro era espantoso, todo estaba completamente roto, los vidrios por todos lados, hasta la madera de las sillas y la mesa, estaban rotas, sigo aquí pensando en como Cesar logró hacerlo. Destruir por completo esta casa, que era tan hermosa, pequeña, la casa le recordaba mucho a Victoria, creo que esa fue la razón, antes la casa tenía mucho de él, pero en ese momento cada lugar allí le recordó, Victoria dejó su huella por toda esa casa, incluso su olor seguía allí.

Cesar había ido allí con la intención de olvidar todo, especialmente lo que le acababa de hacer a Victoria, la imagen de ella de rodillas, llorando y rogándole que se quedara con ella, no podía salir de su cabeza. César odiaba y maldecía al mundo y al universo por ello, pero no había nadie en ese mundo a quien odiara más que... a sí mismo.

Lamentablemente descargó toda su furia en nuestra casa tekila, sigo pensando que pudo desquitarse con su querida esposa, pero como no estoy aquí para dar mi opinión sino para contar la historia, sigamos adelante.

Después de no tener fuerzas para romper nada, por suerte César lloraba sus penas de la forma más común, bebiendo. Estaba tirado en el sofá, creo que lo único en la habitación, ya se había tomado una botella entera de whisky, estaba en la segunda, como también había escuchado todo el disco de Vicente Fernandez, cantó todas las canciones, llorando y casi gritando, y lloró como nunca había llorado en toda su vida.

tengo que decidir la verdadaunque me duele el almano quiero que despues me juzgues malpor pretender llamarlayo se que es imposible nuestro amorporque manda el destinoy sabes un día perdonar estoamarga verdad....

César con mucha dificultad se levantó y se tambaleó al son, donde subió todo el volumen y comenzó a cantar la canción que sonaba, Verdad Amarga de Pablo Milanés.

— Te juro en nombre de los que me costaron la vida que la herencia sangrará por una eternidad. — César cantó entre lágrimas. — Tal vez puedas entender que siempre fui sincero, tal vez porque alguien sabría que todavía te quiero.

Cuando terminó de cantar, arrojó contra la pared la botella de whisky que tenía en la mano.

**********

Victoria estaba lejos, en un lugar frío y oscuro, y no tenía ganas ni fuerzas para volver. No sabía dónde estaba, pero no quería volver. Allí se sintió segura, tranquila, nadie podía hacerle daño. Tenía miedo de abrir los ojos, sabía que si despertaba tendría que enfrentarse a algo... algo que no quería recordar. Ese algo le causaba terror, dolor, y si despertaba, todo estaría esperándola.

LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora