Victoria estaba recostada en el sofá tratando de recuperarse de todo lo que había pasado en la fiesta de Irma Serrano, cuando sonó el timbre y Victoria sobresaltada fue a abrir. Tan pronto como las puertas se abrieron, Victoria sintió su cuerpo atrapado por otro cuerpo más alto y fuerte.
Fue como si se hubiera disparado un fusible. El deseo onduló a través de cada fibra de su ser. Él no fue amable. La devoró. Lo reclamó.
Luchó por respirar, y César se lo robó tan pronto como logró recuperar algo.
— César, ¿qué estás...?
La pregunta terminó en un gemido cuando la boca de César se deslizó desde su barbilla hasta su cuello, jugueteando con el punto sensible debajo de su oreja. Sin dejar de besar su cuello, los condujo por el pasillo hasta la sala de estar. Estaba en llamas no tenía un pensamiento racional. Su único instinto fue tomarla. Hazle entender que ella todavía le pertenecía. Sólo él. Victoria también lo agarró, dejando en claro que lo deseaba tanto como él la deseaba a ella.
Manos frenéticas quitaron la ropa y los zapatos, dejándolos esparcidos por la sala de ph de Victoria.
En el momento en que la parte posterior de las rodillas de Victoria tocó el borde del sofá, estaba en sujetador y bragas.
— Me encanta el rojo. — Dijo mencionando el conjunto que llevaba puesto.
César comenzó a quitarse los pantalones y ella lo ayudó a bajarlos.
— Dios, Victoria. Siempre juré que, si volvíamos a hacer el amor, la saborearía durante horas. Me dije que tocaría y besaría cada centímetro de tu cuerpo sin prisas. Para matar a todos los que te faltaron todos estos años, pero te juro que si no te tengo, voy a explotar.
— Rápido es bueno. — Ella jadeó. — Podemos tomarlo con calma más tarde.
— ¿Más tarde? ¿Lo querría de nuevo?
— Cuento con ello. Los disfrutaré a todos la próxima vez. — prometió entre besos.
— Está bien, pero por favor, César, hazme el amor ahora. — Él se río entre dientes y capturó su boca con la suya.
— Dulce, tan dulce como lo recordaba. Me lo llevo, Victoria. Tomaré todo lo que tengas para ofrecer. Si no quieres eso, habla ahora. Yo parare. Me matará, pero me detendré.
Las manos de Victoria trazaron una línea desde sus sienes hasta su mandíbula.
— Tómame, entonces... Hazme el amor, César. — Ella susurró.
Era tan seductora, solo con las bragas, el cuerpo cubierto por la nube de pecas que él recordaba tan bien, y la deseaba más desesperadamente de lo que nunca la había deseado antes.
— Podemos ir a la habitación, será más cómodo. — El dice.
— ¡¡¡No!!! No puedo esperar otro segundo.
César sonrió encantado y no la hizo esperar un segundo más, la recostó en el sofá y luego ella lo sintió penetrar los pliegues resbaladizos y levantó sus caderas para darle más acceso.
Puso una de sus manos debajo de su espalda y la levantó hacia él, y empujó profundamente. Sus ojos se abrieron ante la intensa sensación. Era tan grande como lo recordaba... podía sentir sus músculos apretándolo y luego empujó de nuevo. Todo él estaba dentro de ella, apretado en el abrazo de sus músculos. Todavía tenía esa expresión de concentración, como si todo lo que quisiera hacer... fuera complacerlo. Sus piernas abrazaron instintivamente su cuerpo, las manos sobre sus hombros, mientras él se retiraba antes de llenarla de nuevo. Con los ojos en los de ellos, las miradas cruzadas, con cada empuje firme, César llevó a Victoria a otro universo. Donde olvidó el tiempo y el espacio, su nombre, todo. Esperó hasta que el cuerpo de ella se convulsionó a su alrededor y luego, con gotas de sudor en la frente, se entregó por completo, en absoluta capitulación.
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LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESAR
FanfictionLa Tekila conta la historia del amor prohibido entre Victoria Ruffo y César Évora, actores que se conocen protagonizando juntos una telenovela y cada día que pasa se acercan más, descubren intereses comunes, empiezan a disfrutar de estar juntos, has...