CAPITULO 09 - AMOR GITANO

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*Televisa*

Victoria llegó a la televisa a primera hora de la mañana, ya que Salvador quería grabar con las primeras luces del día. Al entrar en su camerino encontró una pequeña caja negra y la tradicional taza de café. Entró corriendo con la curiosidad de saber qué había dejado César para ella.

Primero tomó un sorbo de su café y comenzó a abrir la caja, dentro había una tarjeta y un reloj de correa de cuero negro.

"Para que veas que a medida que pasen las horas, estaré pensando más y más en ti. Y lo más importante para que no llegues tarde a la comida a la que te invito, te espero a la 1 de la tarde, ya sabrás dónde.
C."

Se quitó el reloj que llevaba y se puso el que le regaló él. Se miró en el espejo y vio que en su cara tenía una sonrisa muy tonta.

*Locación*

No le había visto en toda la mañana, estaba grabando en otro lugar. Victoria miró su nuevo reloj, pero parecía que el tiempo no quería pasar. A media mañana recibió otro mensaje de César, en el que le decía dónde la esperaría.

— Por fin hemos terminado de grabar estas escenas, todo el mundo está libre para comer y no os retraséis, todavía tenemos mucho trabajo que hacer hoy. — dijo Mejía.

Victoria se dirigió rápidamente a su improvisado camerino en el lugar, se preparó, estaba nerviosa y tenía mucha curiosidad por saber qué había planeado César.

**********

— Desgraciadamente, el regalo no solucionó su problema de horarios. — le dijo César a Victoria nada más llegar al lugar acordado.

— Deja de ser aburrido, tardamos mucho en terminar las escenas.

— Lo sé, conozco bien a Salvador. — Estaba de pie junto a dos caballos, vestido todo de negro con el traje de Federico.

— ¿Voy a comer con Federico?

— Lo es. Y yo con Cristina.

— No hubo tiempo para cambiarme de ropa. — También llevaba el traje de Cristina, todo en negro.

— No importa, nos vemos muy bien de negro. — Sonrieron.

— ¿Y esos caballos? — preguntó ella, mirando los caballos, que pertenecían a sus dos personajes.

— Deben estar esperando a que se graben.

— Sí, eso pensaba.

— ¿Íbamos a montarlos?

— ¡Sí! Me lo imaginaba.

— Bueno, pensaste bien. — Respondió, esbozando una hermosa sonrisa cínica.

— ¿Qué? — No pudo contener una pizca de pánico en su voz.

— Pensé que estabas acostumbrada.

— Pero César...

— No, pero, vamos, estamos perdiendo el tiempo. — La cogió de la mano y la llevó hasta los caballos. La ayudó a subir a su caballo y luego al suyo.

— ¿Adónde vamos?

— ¡Sólo tienes que seguirme! — César comenzó a galopar, dejando atrás a Victoria.

— ¡César! ¡Espérame! — Ella comenzó a gritar y trató de alcanzarlo.

— ¡Ven! — Y continuó.

— Sabes que no sé montar a caballo muy bien.

— Vicky, deja de quejarte. — Aunque estaban un poco alejados, pero era posible escuchar lo que se decían.

LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora