𝐎𝐧𝐜𝐞

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Adeline aún podía sentir el ardor dulce del Whisky en su garganta cuando las palabras la golpearon en el pecho.

Trato

¿Es que en realidad Riddle se creía un Dios? ¿Un ser divino? ¿Alguien digno para hacer tratos?

Adeline le dio una mirada de curiosidad y hostilidad—Te escucho.

Acercándose al infierno.

Adeline trata de parecer firme. Cuadra los hombros y lo mira como si no tuviese miedo.

Hay una sensación que le roza el hombro y la muñeca, y la envuelve como a un amante.

Adeline traga saliva.

La oscuridad lo abraza—Eres una inútil en encantamientos. Totalmente idiota. No sabes traducir y no sabes razonar, pero por el contrario, yo soy el mejor de la clase—dice con un tono aterciopelado—De todo Hogwarts, diría yo. El latín es un idioma adicional que corre por mi sangre.

Las sombras que lo había abrasado, comienzan a fusionarse y se arremolinan por los cristales de las ventanas—No entiendo a donde quieres llegar.

—Debo irme a Noruega mañana. Estoy posicionado como uno de los mejores jinetes de toda Europa. Tengo un futuro prometedor. Pero tú estás al tanto de mi superstición—su voz es oscuridad pura. Levanta su mirada azul—supongo que te has dado cuenta de mi torpeza estos días, todas las que me ayudaban se han vuelto dignas de repente queriendo exclusividad y estoy jodido.

Mierda.

Adeline lo miró fijamente. No necesitaba nada para saber lo que se aproximaba. Y ella estaba en una batalla entre el miedo y el horror, él la contempla y la tonalidad de sus ojos cambia, primero eran zafiros y ahora son un diamante más celeste.

—Riddle. No creo que tú-

Él se pone de pie hábilmente, como si nunca hubiese tenido una hemorragia que lo estaba llevando a la muerte, tiene más mangas de la camisa arremangadas y la tiene medio desabrochada, ahora también hay gotas de su sangre en su ropa, Adeline sentía una calor en el estómago y dedujo que el temblor de sus manos no se debía solo al estrés en ese momento.

Tanta proximidad.

La toma por la mandíbula y le acaricia el filo de la garganta con el pulgar—Adiuva me ad placandam maledictionem, Ayúdame a apaciguar la maldición y uno de mis favores será solo tuyo.

"Solo tuyo" lo dice como si estuviese tentándola.

"Solo tuyo" una frase que le recorre la cabeza como si fuese un eco persistente.

Él le acaricia la mejilla con la mano, el gesto es suave y cálido, como el humo de una chimenea.

Adeline está enloquecida en sus manos. Es demasiada contradicción. Su cuerpo está en shock.

—¿Por qué...yo?

—Porque eres la que tengo a mi alcance—ronronea cerca de su rostro—No tengo tiempo para seducir a ninguna otra. Las demás me tienen miedo, pero tú estás tan llena de hostilidad...

Le traza el filo de los labios.

Pero es un gesto demasiado inusual para él. O para la relación que estaban llevando.

Hace un puñado de minutos estaban insultándose, luego Adeline se empapó de su sangre y ahora él le estaba proponiendo...

Adeline apenas puede reaccionar.  Apenas puede moverse. El rugido en sus venas y el golpeteo en su pecho la tienen aturdida. Su proximidad por primera vez es demasiado, la tiene por el cuello pero sin ahorcar, sin dañar, solo traza su garganta y el filo de su mandíbula, hipnotizándola.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora