NOVIEMBRE DE 1983, TIERRAS ALTAS DE ESCOCÍA, HOGWARTS.
Los días de Noviembre se van desdibujando y con ellos el frío va aumentando.
Las hojas amarillentas de los árboles se han ido danzando por el aire que amenaza con volverse invernal, el lago ya tiene las orillas condensadas de hielo y el café junto al chocolate caliente son una demanda más recurrente en las comidas del día.
Y mientras todos mueren de frío, Adeline tiene una ventaja. Un laboratorio lleno de calderos ardiendo, fuego abrazador que le calienta el cuerpo mientras corta pétalos de rosas y ojos de sapo.
Riddle para ese entonces, sigue sin aparecerse.
Le deja casi todo el trabajo perfectamente realizado, una nota con lo que ella debe hacer y un vacío increíble.
Lo cierto es que puede que no se atreva a enfrentarla, pero Adeline lo ha descubierto observándola, tal como en el desfile, pero ahora ha ocurrido cuando estaba sentadas a en el comedor rodeada de leones y un águila; los gemelos, Ron Weasley, Harry Potter, Anthony Goldstein y Neville, todos observándola y riendo animadamente mientras ella les enseña una fotografía.
Pero ha ocurrido fugazmente. Solo durante un momento antes de que una cabellera rubia y larga se lo llevase de allí de la mano.
Por cada acción que Adeline realizaba, había una brisa fresca chocándole contra la espalda, y ella sabía que él ya estaba observándola.
En clases, cuando deslizaba su abrigo fuera de su cuerpo y podía escuchar los nudillos de Riddle crujir desde el otro lado de la habitación y un jadeo furioso desprenderse de su garganta.
Y ahora, mientras termina de atarse una trenza a cada costado de la cabeza, Adeline casi puede sentir un mal presagio murmurando por sus oídos. Una Ninfa cantándole que no debe moverse, una profecía, algo, algo...
Se mira al espejo. Sus pecas tenues le decoran el rostro pero no ocultan la preocupación de sus ojos, no ocultan el miedo de su mirada, ese malestar que ha comenzando a sentir desde que Anthony se ha vuelto un poco más misterioso y no deja que se acerque a ver las recurrentes cartas que han comenzando a llegarle cada mañana.
Pero lo ignora, busca sus zapatos y sale de su habitación. Empuja todo hasta el fondo y se prepara mentalmente para encontrar la nota sobre el mesón y ponerse a trabajar sola y en silencio.
Sube las escaleras, sus pasos resuenan en el silencio del ala de Hogwarts y se le escapa un rizo rebelde del moño.
El aire se vacía al abrir la puerta.
—¡Avada kedavra!
Una llama verde, el aroma a oscuridad, una brisa agita el aire otoñal, una acción y reacción, hadas corriendo de cazadores, rabia, furia, y cuando Adeline se da cuenta, está en el suelo y hay una mancha negra en la pared.
Su cuerpo está en shock, su corazón no deja de latir, no puede ponerse de pie, no puede dejar de temblar mientras hay un chasquido y Riddle enciende un cigarrillo.
Y ahí está él.
Sin tomarle importancia a lo que acababa de hacer.
—Ah, fallé—había murmurado. Arrogante. Despreocupado.
Esa sonrisa. Llena de maldad. Llena de confidencias.
—Hola, Bennet—la saluda la oscuridad, y a pesar de que esta de pie sobre ella, las palabras le acarician el cuerpo como si fueran hojas.
Deja caer un rastro de ceniza junto a sus manos y se devuelve a su lugar detrás de los calderos.
—Entonces—dice, girando su varita entre sus manos, con un tono irritable en la voz—tenemos hirviendo varios elixir de vida eterna, de cerebro Baruffio y...
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Paris, Texas - Tom Riddle
Random𝐏𝐀𝐑𝐈𝐒, 𝐓𝐄𝐗𝐀𝐒 Ella era la Estrella que más lo odiaba a él: él era la noche misma. Mientras trabajan en el asunto que los han obligado a realizar; Él la mira, una sonrisa lobuna, recelosa, llena de secretos que se cuelan por la oscuridad de...