𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚

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ENERO DE 1987, EN ALGÚN LUGAR DEL REINO UNIDO.

Ambos habían acordado verse en un café en Londres Muggle a través de una carta. El día era gris y nevado, y Adeline calentaba su cuerpo con un cigarrillo.

No sabía que hacer, si luchar o rendirse, la vida ya había sido lo suficientemente buena y había vivido las experiencias suficientes hasta ese entonces. Estaba contra todo su orgullo dejarse morir por perder el amor de un hombre, pero estaba cansada, y era joven para tanto drama.

Llevaba demasiados años cansada de pelear contra él.

Desde Hogwarts. Desde los Once hasta sus veintiún años.

Se abraza a sí misma mientras sus botas resuenan sobre el pavimento humedecido. El humo del cigarrillo se mezcla con el aire gélido y crea espirales en el aire del mismo grosor que los rizos que le cuelgan del craneo. Sus pecas saludan sobre aquella piel pálida y sus ojos han comenzado una batalla interminablemente por no dejar que su brillo natural se apague.

Al otro lado de la calle, a unos cincuenta metros, hay una tienda medio escondida por el costado de la avenida, el aroma a pan caliente la guía por el frío y Adeline recuerda la vez que estuvo en Paris junto a Tom, saludando a la comunidad mágica como si fuesen los reyes del mundo.

Y de alguna forma, Tom lo era. Su popularidad era increíble. La gente lo adoraba. Dumbledore lo observaba.

La cafetería tiene ventanas que rebosan de flores pintadas a mano y decoraciones victorianas. A Adeline se le acelera el corazón, se sentía como volver a casa, sus rizos se liberan de la escarcha cuando lo sacude antes de entrar y verle sentado de espaldas.

Anthony.

Un timbre anunció su llegada y la cajera la saluda desde el mostrador, Adeline se desliza con miedo y debilidad a través de la gente, dirigiéndose hacia la corona de oro bruñida que él lleva como cabello. Y mientras esquiva a un niño pequeño que ríe y disfruta de sus pasteles de chocolate, Adeline recuerda el baile de navidad. La forma en que Tom la guió como una luz divina entre la gente.

Toma aire antes de tocarle el hombro y sentarse junto a él.

Luce preocupado cuando sus ojos verdes como el tallo de una rosa se encuentran con los de ella.

—Hola.

—Addie...

—Es una mañana sorprendentemente helada, ¿no lo crees? Habían anunciado Sol—dice, tomando la silla y empujándola hacia atrás para sentarse—pero prefiero esto en lugar del caluroso e insoportable clima de Egipto, Dios mío, una vez con Tom fuimos allí, fue atroz.

Anthony traga un gran sorbo de su Latte de vainilla y sus pestañas reflejan la eterna preocupación en sus ojos—Addie...luces....

—¿Enferma? Un poco—le sonríe antes de mirar la carta—es un resfriado atroz.

—No te veo hace cuatro meses.

Addie suelta una risita—Incluso contaste los días.

—Supongo que ambos sabemos de que tenemos que hablar ahora mismo—dice—el asunto...

—Te escucho—habla—pero déjame pedir un muffin de frambuesas antes.

Él asiente y sonríe mientras Adeline mira hacia arriba, en dirección a una alta mesera de rizos pequeños y piel negra para pedir su comida.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora