𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬

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—Dijiste que estabas mejorando.

Adeline está en una cama de hospital, moribunda y hermosa—Eso creí.

El tiempo había fluido como el humo de una chimenea, enroscándose en el aire, moviéndose en las ráfagas fugaces de viento. El amor había...vuelto pero él seguía resentido.

Adeline lloró al menos dos semanas por la muerte de Anthony. Tan repentina. Tan atroz. La forma en que se enteró la golpeó un poco más. El hecho de que si Tom no le hubiese dicho, ella jamás se hubiese enterado, le rasgó una arteria importante del corazón que jamás dejaría de sangrar.

—Dime que mierda está sucediendo ahora mismo.

—Vomité sangre esta tarde, vine al hospital y no me he podido mover de aquí. Me han esposado a esta habitación.

—¿Y no pensaste en decirme?

—No soy tu esposa. Tú mismo lo dijiste.

—Aún eres mi esposa, y seguirás siéndolo hasta que sanes. El hecho de que te hayas aventurado con otro no significa que...—se muerde el nudillo y mete una de sus manos al bolsillo, prefiere tragarse las palabras—no voy a perder el privilegio de ser el primero en enterarse de tu estado solo porque decidiste dejar de quererme de un momento a otro.

Adeline mira hacia otro lado, le pesan los ojos y está cansada de tener esa conversación una y otra vez. Él es tan terco como una mula y ella no puede hacer nada al respecto.

—Te ves bien en ese traje—dice, su voz es la debilidad en el alma de Demeter cuando su hija desciende al infierno—¿Evento importante?

—Sí. Las personas han comenzado a extrañarte.

—Lo sé. Lo leí en el periódico hace unos días.

Él la mira, ojos azules como un pavo real, llenos de oscuridad en el fondo—Sospechan que te he matado.

Adeline suelta una risita cansada—Siempre todos sospechan de que me has matado.

—¿Tus padres?

—No, ellos te aman. Confían en ti. Yo confío en ti.

Él ríe y se sienta al otro extremo de la habitación—Por supuesto.

—Te vi en Corazon de Bruja el otro día—admite—esa chica...

—No caigas tan bajo. Silencio.

—Es realmente hermosa ¿Francesa o Americana?

—Americana.

—¿De donde?

—Texas.

Adeline saborea las palabras en su boca—Texas...buen lugar.—ella lo mira—Nos envían cargamentos de balas.

—Lo sé.

—Deberías conocerla.

Él observa el camino de rizos que cae por la horrorosa almohada de hospital. Son demasiado vivaces como para un ambiente tan estéril—Deberías callarte.

—Te lo digo en serio. Estoy muriendo, el divorcio no será necesario ya que serás un apuesto y joven viudo que lleva el mando del mundo mágico todos los días de su vida. Es una buena opción. No arruinarás tu honor con un divorcio.

—Adeline, cállate.

Ella se mira las uñas—Soy más huesos que persona ahora mismo.

Afuera, el mundo es de un azul nostálgico. Es un atardecer sin sol, las calles se han llenado de luz azulada y el mundo se transforma lentamente en anochecer. La habitación se llena de aquel azul y se mimetiza con los ojos de él; que ahora parecen vacíos, más crueles, más fantasmales.

—¿Te has puesto a pensar en que pasaría conmigo si mueres?

Adeline mantiene silencio.

Ambos aún llevan sus anillos de boda.

—No.

Él parece complacido—Lo sospeché.

A Adeline se le baja un poco la presión. Se ve reflejado en el pequeño monitor flotante al costado de la cama. Ella suelta un suspiro y cierra un momento los ojos. Está harta de eso.

Los ojos de Tom estaban llenos de alguna emoción endurecida al final de su alma mientras la miraba. Era tan extraño todo. Cuando empujaba su oclumancia hasta el pasado, veía colores cálidos, magia, un ambiente eternamente otoñal, navidad, primavera, colores vivaces y vida. Pura vida.

El último día que fue de aquellas sensaciones (según sus cálculos) fue su boda. Aquellas horas antes de caminar hasta el altar en donde estaba rodeada de jovencitas borrachas y alegres, llena de joyas y zapatos coloridos por el suelo de la que era su habitación matrimonial. Quizás el blanco de su vestido representó el cambio de tonalidades en su vida. Porque luego llegó el ministerio, tan minimalista y gótico, la universidad tan estricta y sus deberes como primera Dama.

Y ahora un hospital.

Era triste.

Pero el pasado volvería y se mezclaría con el futuro. Si Adeline quería colores, colores tendría, especialmente el rojo que le recorre las venas a cada humano mágico.

—¿Podrías besarme?

—¿Disculpa?

Ella lo mira—Bésame.

—¿Por que haría eso?

Adeline se encoge de hombros, entonces ella dice: —No lo sé. La vida es absurda, dame un poco de diversión.— pero en realidad quería decir: por favor, bésame, te extraño.

Él sonríe desde su lugar—Eres tan extraña. Por eso te escogí a ti.

—Tienes un partido de polo en dos días—ella lo mira fijamente—deberías seguir tu superstición.

—¿Cual superstición?

¿Realmente lo había olvidado?

—Nada. Pero considérame a mi o a la chica de Texas si llegas a recordarlo.

Él se pone de pie—Si sigues aquí mañana, vendré a verte de nuevo.

—Te estaré esperando.

Hay una sonrisa maliciosa en el rostro de él—Te traeré comida para que dejes de ser solo huesos y al menos vuelvas a ser la insoportable chica que jugaba Quidditch en Hogwarts.

—No, no es buena idea.

—¿Por?

—No puedo comer. No tengo fuerza para sostener una cuchara, ¿por que crees que sigo aquí? Si pudiera ya me habría arrancado las intravenosas y estaría en mi hogar ahora.

Tom se acerca para acomodarle un rizo detrás de la oreja y acariciarle el pómulo con sus frías manos—Si sigues aquí mañana, te ayudaré a comer.

—Te encanta humillarme.

—No es humillarte. "En la salud y en la enfermedad", yo lo juré.

—Bien. Tenemos una cita entonces.

—¿Qué? No-

—Una cita, Tom.

Él se rinde y le besa la frente—Estúpida. Te voy a matar.

—Primero tengamos la cita, no puedes negársela a una moribunda. Luego puedes matarme.

—Que conste que tú me has dado permiso para hacerlo.

—Sí. Te doy permiso.

Lo cierto es que, él jamás la mataría. Ambos saben qué hay cosas peores que la muerte.

Entonces ella le extiende la mano a él, y él capta la referencia, por lo que acepta su mano y acepta la cita. —Te veré mañana.

—Me verás mañana.

—Quiero verte viva.

—Viva estaré. Lo juro.

—Lo juras.

———
Notas:

Capítulos cortos, lo sé, pero ya comprenderán por que son así de cortos. Todo esta planeado 🥳. Besitos, Ender❤️.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora