𝐐𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

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Hay una tela roja furiosa y de seda envolviendo su cuerpo, abrazándose perezosamente a sus caderas y cayendo con delicadeza y despreocupación por el escote de su pecho.

Le han dado un collar plateado y guantes del mismo tono del vestido, tacones altos y le recogieron el cabello en un moño alto.

Su vestido es precioso, tiene encaje sutil por algunas partes y le deja al descubierto la espalda, mostrando su piel y sus omóplatos marcados. Lo tirantes resaltan sus clavículas y las tres pecas en forma de constelación que tiene en uno de sus hombros.

La sala común de Hufflepuff es un caos de telas y brillos, Susan Bones está terminando con su cabello, soltándole rizos rebeldes por el filo de su rostro mientras Addie se alisa las faldas una vez más y ve como la seda roja brilla y se oscurece al moverse.

Hay montañas de sedas y decenas de maniquíes, rollos de muselina y algodón. Hay vestidos con ribetes blancos y otros con ribetes de todos los colores. Addie pasa la mano por algunos vestidos y se deleita con la textura de los tejidos de lino y sarga. Hay cosas elegantes en satín y tocados brillantes con plumas y cristales colgando.

Hay una mano que le toma la mandíbula y unos labios que la besan.

Anthony.

Está frente a ella con un traje negro y una rosa roja en el bolsillo. Lleva camisa y un chaleco de un tono cremoso debajo de la chaqueta. Un corbatín del tono de su vestido y una sonrisa que la ilumina. Tiene el cabello dorado descuidadamente peinado hacia atrás y sus ojos verdes brillan cuando la observan—Addie.

Su nombre sale como una caricia por sus labios. Un abrazo. Un beso en el Puente de la nariz.

Sus ojos brillan—Hola, no te encontré por ninguna parte luego de que te fuiste de mi habitación.

Él sonríe de nuevo. Sus ojos verdes brillando con algo más que Addie no descifra.

—Tenía que ir a recibir correo—hace un gesto con la mano para quitarle importancia a la situación—Nada importante.

—Nunca te había visto así de formal. Ni siquiera en los bailes de navidad—lo molesta y se ríe.

—Tan amable—su voz es sarcástica—Por el contrario, a mi no me da miedo decirte lo preciosa que te ves.

—Es ridículo.

—Es Perfecto.

—Me ofende que me hayan dado un vestido rojo. Rompe mi orgullo.

—Resalta tus ojos—le dice él y Addie siente un calor nuevo en su estómago, seguía sin acostumbrarse a los halagos—Te ves preciosa, no estoy mintiendo. Solo falta una tiara y serás una princesa. La más linda de este siglo.

La besa y ella le quita el resto de labial de los labios con un trapo húmedo.

—Salgamos de aquí—lo invita—esto es un caos y yo ya estoy lista. No necesito seguir en este lugar.

Y entonces Addie lo aleja de allí. Lo aleja del caos de las prendas una vez Susan termina con su cabello, lo aleja de ese laberinto de vestidos y trajes, y él se da cuenta de que no lo está alejando, si no llevándolo en dirección a otro lugar.

Addie para él, es la joven con más magia.

Él la envuelve en su chaqueta para que nadie vea el vestuario que se supone que debía ser sorpresa, corren por los pasillos, atraviesan escaleras y se besan mientras estas cambian de dirección y se mueven en el aire. Los retratos femeninos le lanzan halagos y los masculinos murmuran entre ellos.

—Envidiosos—escupe Anthony y Addie muere de risa.

Durante todo el camino, ella se agarra de Anthony con fuerza, sus dedos están entrelazados y tienen las manos frías (aún cuando ella lleva guantes)por la brisa nocturna y la temperatura mejora una vez llegan a la biblioteca. Está iluminada tenuemente por la luz de Luna y velas derretidas.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora