𝐂𝐢𝐧𝐜𝐨

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SEPTIEMBRE DE 1983, TIERRAS ALTAS DE ESCOCÍA, HOGWARTS.

Adeline baja de su escoba con un salto mientras tiene un ataque de risa junto a Ron Weasley.

El viento le revuelve el pelo, hace que este baile en el aire mientras golpea al pelirrojo en el hombro y jadean cansados, agarrando su estómago luego de su crisis de risa. Se secan las lagrimas y tratan de respirar.

Ron se ha comido un dulce que le ha hecho crecer orejas de elfo en pleno entrenamiento. Adeline apenas lo vio se sintió tentada a reír y reír. La fría mañana le enrojece las mejillas y la nariz, el cielo está de un gris brillante y el césped sigue húmedo por la niebla espesa de la noche y la mañana.

Más allá de los terrenos de Quidditch hay una eternidad de césped verde furioso, sin árboles o setos rebeldes, y entre todo ese color plano y perfecto, hay un rastro negro que desciende gradualmente desde alguna parte del cielo hasta atravesar el vapor espeso llegando hacia el pasto.

El rastro se acerca y cambia y toma forma de un corcel y su jinete.

Adeline cree que su mañana ya ha sido amargada. Teñida de negro. Granos de café cayendo en agua cristalina y pura.

Las alas de Eros son tan grandes y imponentes qué hay una presión en el pecho de Adeline. El caballo corre un rato luego de aterrizar y al doblar, permite que su vista lo vea a él. Su uniforme de entrenamiento totalmente negro a excepción de su camisa blanca. Lleva una capa que flamea al ritmo vertiginosamente rápido del caballo.

Trotan y luego Riddle hace un movimiento para que su caballo abra las alas de nuevo, las extiende y las mueve, Adeline casi cree que lo está haciendo modelar. Sus músculos se tensaron con una fuerza que los hizo resaltar entre el pelaje negro como la noche.

Es una bestia demasiado grande y alta. Debe ser terrible encontrarla de la nada durante la noche.

Suelta un vapor caliente por su nariz, mueve la cabeza y relincha. Pero no desobedece.

Luego, muchos minutos después, llegan los demás en sus caballos. Recién aterrizando.

—¡Riddle, como mierda lo haces!—le gritan antes de aterrizar—¡Lupita es una Granian también y más ligera que el tuyo! ¡Debería ser yo el ganador!

Adeline hace una mueca al oír el nombre del caballo café. Ron se ríe de nuevo por el mismo motivo y se apoya en su escoba
—Es un deporte para niños ricos, y aún así Riddle está ahí.

—Oí que lo consiguió vendiéndose—dijo Ginny, aterrizando junto a ellos.

—¿Prostituyéndose?

Ginny se ríe de Adeline—Tonta. Vendiendo su cerebro. Hacia tareas de contrabando a un precio demasiado elevado.

—¿De verdad?—se acomoda un mechón rebelde detrás de la oreja —Estoy perdiendo galeones entonces.

—Debe haber hecho algo más, es una cruza demasiado extraña—agregó Ron—Mi padre dijo que no era común que se aparearan especies distintas, y además, ¿Has visto su tamaño?

Ginny mira la punta de su escoba—Debe tener su mismo carácter.

Ron suspira—¿No has visto cómo se mueven? Son casi iguales. Más de una vez han girado la cabeza al mismo tiempo.

—Pobrecito—lamentó Adeline—Pudo ser un lindo caballo.

Los pasos de los caballos trotando elegantemente en fila llenaron el aire. Riddle en el frente, lo seguían caballos blancos y grises, pero ninguno tenía la intensidad oscura de Eros. Era evidente que Riddle había invertido una cantidad incontable de galeones en Eros, la silla de montar era notablemente costosa, habían detalles en oro y en plata. Debió de haber hecho un pacto con alguna estrella para tanto lujo. Riddle apenas tenía donde caerse muerto.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora