FIN DE DICIEMBRE DE 1983, EN ALGÚN LUGAR AL NORTE DE ITALIA.
Lo primero que había salido de los labios de Adeline al despertar, había sido un "¿Hicimos demasiado ruido?"
Se habían alejado durante el transcurso de la noche, Adeline estaba de lado de la cama mientras miraba a un punto perdido de la habitación, en shock, repleta de miedo y angustia. Pero cuando los labios de Tom se movieron para responderle, se sintió vacía, sin ningún tipo de emoción.
—Nada de lo que deberíamos preocuparnos.
Se apoyó sobre lo codos y estudió la habitación, analizando las pruebas de la noche anterior: sus bragas en la esquina, su sostén del otro lado de la habitación, un enredo de ropa húmeda por la lluvia cerca a la cama y un rastro de sangre en las sábanas.
Finalmente, armándose de valor, se giró para observarlo.
Estaba sentado en la cama, alisando el borde de las mantas con sus dedos afilados y el pecho desnudo contra la luz tenue del amanecer entre las nubes de lluvia. Sus ojos azules brillaron cuando se atrevió a mirarla y su sonrisa se curvó en una condena que años más tarde descubriría.
Los detalles de aquella mañana son confusos, las declaraciones se funden en lagunas de datos innecesarios y lo único claro de aquella situación era la pregunta que flotaba entre ambos.
¿Había sido un error o era el comienzo de algo bueno?
La situación era una traición a todo su pasado. Adeline sentía como si hubiese viajado en el tiempo y le hubiese arrancado el corazón ella misma a su antigua yo.
Fue una traición de lo más dolorosa, porque disfrutó cada momento.
Se sienta y deja caer los pies por el borde el de la cama, aún dándole la espalda a aquellos ojos que se clavan en su piel como serpientes.
Por supuesto había algo más, en ese momento era en realidad el momento en donde los acuerdos se trazaban con sangre y dolor, donde las líneas de guerra se tallaban en sus huesos y las condenas que los acabarían se cernían sobre ellos.
Eso había sido mucho más que un simple revolcón.
Adeline soltó un largo suspiro antes de apretar los ojos, ponerse firme y cuadrar los hombros:—¿Vamos al lago?
—¿En pleno invierno? ¿Quieres morir?
Lo mira sobre su hombro—Si. Vamos.
Luego de decir aquello, se pone de pie, cubriéndose su cuerpo desnudo y adolorido con una manta color crema mientras los rizos le caían por la espalda.
Ninguno de los dos sabía como continuar.
Adeline necesitaba alejarse de él, de la habitación, de lo que habían hecho juntos. Lentamente estaba aterrizando de una pesadilla y un sueño a la misma vez, pero aún no estaba tocando suelo y no estaba segura de querer hacerlo. Ahora su semen estaba esparcido sobre su cuerpo y sobre el trapo con que la limpio como recordatorio de haber cruzado una frontera terrible.
Se vistió rápidamente con un traje de baño que se había colado entre su ropa mal empacada y se puso el abrigo que Horace le había regalado.
Tenía la intención de cruzar la habitación rápidamente y sin detenerse a hablar, pero cuando volvió al cuarto de Tom, él le interrumpió, hablándole con aquel nuevo tono de voz, pronunciando su nombre como una plegaria.
¿Por qué la estaba mirando? ¿Él ya había adivinado lo que ella estaba pensando?
Se estaba abrochando los pantalones cuando la hizo detenerse.
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Paris, Texas - Tom Riddle
Random𝐏𝐀𝐑𝐈𝐒, 𝐓𝐄𝐗𝐀𝐒 Ella era la Estrella que más lo odiaba a él: él era la noche misma. Mientras trabajan en el asunto que los han obligado a realizar; Él la mira, una sonrisa lobuna, recelosa, llena de secretos que se cuelan por la oscuridad de...