𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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En medio de la noche, hay un giro detrás de su cabeza, un espiral distorsiona la realidad y mancha el blanco enfermo de aquella habitación de hospital, y cuando parpadea, siente que la sombra se acerca y se extiende sobre ella.

Es él. Y el viento de la noche se aprieta contra su rostro mientras ella trata de descifrar si está soñando o está muriendo.

—Adeline, Adeline, Adeline...

Su voz es una melodía, es el silbido que acompaña al viento mientras el crepúsculo en el cielo se abre paso, es el cambio del clima cálido al frío.

Es un escalofrío que le recorre el alma y ella no sabe si se inclina sobre su cuello para depositar besos calientes sobre su garganta o para tener un buen ángulo para ahorcarla.

—Vive.

Ella ni siquiera puede responder, tiene la lengua atada al fondo de su estómago y una mano fría y elegante sobre sus labios pálidos y débiles, huele a oscuridad y pecado, y para cuando respirar y su boca se libera de aquel agarre, él se ha retirado con las sombras, pero la habitación sigue oliendo a él junto a la orden que le ha murmurado contra la piel. Y Adeline sabe bien que Riddle estuvo allí al menos por un segundo.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora