1987.
Fue como cuando Patroclo le dijo a Aquiles su plan maestro, su llegada a la habitación del hospital se sintió como el intercambio de armaduras, y su mirada antes del común "buenos días" fue la vertiginosa velocidad que él experimentaba en la guerra de Troya con la armadura más deslumbrante y el arma más afilada.
Ella lo miró fijamente. ¿Esto contaba como la venganza que ella deseaba en su niñez? ¿Esto lo iba a destruir? ¿Aquí era cuando ella por fin lo mataría? Incluso cuando esa no era su intención, ¿Aquí iba a cumplirse su antigua promesa?
—Te noto de lo más apagada esta mañana. Pensé que la alquimia estaba generando sus efectos—dijo, sacando el habitual plato de comida.
—Hay algo que debo decirte.
"Me iré a casa. Se han rendido. Yo me he rendido. Esto es demasiado, mi amor se ha cansado de esperarte."
—Y hay algo que yo debo proponerte—él la mira y sus ojos son oscuros como la noche misma, pero se sobresaltan cuando ve más allá de su objetivo—¿Por que tus cosas están empacadas? ¿Ya te lo han dicho? No puede ser.
Adeline se acomoda un rizo detrás de la oreja—¿Decirme el que?
—He comprado la finca de Horace en Italia—dice, su voz es una invitación que la envuelve suavemente como un abrazo directo a su cuerpo cansado—cuando mejores, nos iremos a Italia. Dejemos atrás el divorcio. Dejemos el embrollo de Goldstein bien enterrado como él mismo. Corre conmigo. Ven conmigo.
Ven conmigo. Ven conmigo. Ven. Conmigo.
La golpea un poco. No sabía que estaban juntos de nuevo.
Pero no lo desaprovecharía.
Ella le sonríe—Ya podemos irnos entonces.
Él se atreve a reír—No, no es posible. Sigues enferma. Pero, me encanta tu entusiasmo.
—Tom—habla, su voz son las últimas hojas de un árbol antes de quedar totalmente muerto durante el invierno—podemos irnos.
Tom estaba al otro lado de la habitación mirándola, con su traje costoso de Ministro y su aura de superioridad bailando a su alrededor. La memorizó durante varios segundos antes de que se armase una guerra en su interior—No.
—Tom.
Adeline arruinaba y arruinaba sus planes.
—No puedes ser así de insensata.
—¿Qué más puedo hacer? Me han dicho que me vaya a descansar a casa, que no valía la pena seguir esposada aquí.
Se enciende la furia en su interior, se refleja en sus ojos que por un segundo fueron color escarlata—No van a rendirse contigo.
—Es inútil seguir intentándolo—Adeline se desliza fuera de la camilla de hospital y envuelve una bata de seda negra con bordados florales a su cuerpo—Tom, vámonos a casa. Hemos despreciado tanto por este asunto del divorcio...
Él retrocede—Me pondrás en un infierno...—jadea para sí mismo, pasándose las manos por el pelo, era hermoso y cruel verlo de aquella forma. Adeline se daba cuenta de que él en realidad seguía amándola, y que todo estaba en una combustión lenta—¡Me pondrás en un infierno día y noche!
¿Y desde cuando él le tenía miedo al infierno? ¿No era que siempre él había deseado saborearlo por completo? Besarle las manos a Dioniso el dios del Caos y adorar profundamente a Hades.
—¿Por qué?—cuestiona ella—Haz bailado toda la vida con la muerte, ¿Por qué la mía te aterra tanto?
¿Y aquella inconsistencia?
—No lo harás—le dice—no puedes. No vas a rendirte.
Aquiles se ha enterado sobre el asunto de Patroclo.
Tom la mira con una profunda desesperación. La agarra por los brazos y le obliga a mirarle, entonces, casi como una alucinación previa a un desmayo, lo ve corriendo por el bosque envuelto en algo blanco seguido de varias cosas más, la escena sucede durante un corto periodo de tiempo, probablemente él notó que ella lo notó, por lo que la sacudió y le acunó el rostro entre su mano fría, rogando:—Italia, Adeline.
Se le llenan los ojos de gotas de agua salada, trata de abrazarlo pero él se aparta—Tom...
Él no dijo nada. Era evidente su rabia.
—Lo siento...lo siento...
Riddle agarra su abrigo y la habitación tiembla bajo sus pasos furiosos—No vas a rendirte.
—Tom...Tom...¿Qué harás?
—Buscarla.
Lo cual fue bastante acertado. Siempre sentiré aquella culpa punzante en el pecho cuando oí aquella parte de la historia, pero en aquel entonces ella tampoco sabía demasiado. No había forma de haberle podido advertir.
Adeline no quería que él se fuera. Quería despedirse.
Ella no estaría allí cuando él regresase.
Aquello empeoraría las cosas.
La habían enviado a morir a su propio hogar, y ni siquiera era su hogar, era un piso muy muggle y desastroso que había absorbido su alma y esencia y la había esparcido de la forma más caótica en cada rincón de aquel edificio.
Y mientras observaba la sopa humeante que estaba sobre la mesita de la habitación, aquella sopa que él mismo le había preparado aquella mañana, Adeline cayó en la creencia de que ambos eran las personas más enamoradas del mundo, y que estaban hundidos en la desesperación.
Pero por primera vez en mucho tiempo, Adeline fue rebelde.
Y no lo esperó.
Nunca lo hizo.
Y mientras Riddle se aparece por toda Europa buscando a aquella persona que podía ser un engranaje más en su caos, Adeline está caminando lentamente a la salida.
Rezando por que nadie le contase a la prensa.
Pensando en cómo decirle a su madre, a su padre, a Mafalda, a sus amigas y a todo aquel estaba tallado en su corazón.
Se ha envuelto en un abrigo. Ha dejado atrás las agujas que le conectaban las venas con la alquimioterapia y Adeline cree que va a casa.
Y en algún lugar del mundo, Tom Riddle está buscando furiosamente a la sanadora que puede arreglar esta desobediencia, pero quien la encuentra, no sería él, si no Draco Malfoy.
Dos hombres poderosos en el mundo buscando a la destacada alumna en medicina mágica que vivía en algún lugar abandonado y solitario (ni siquiera ella se lo creía cuando lo vio de pie fuera de su hogar): Diana Fennell.
——
Los capítulos largos están por volver!💕
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Paris, Texas - Tom Riddle
Random𝐏𝐀𝐑𝐈𝐒, 𝐓𝐄𝐗𝐀𝐒 Ella era la Estrella que más lo odiaba a él: él era la noche misma. Mientras trabajan en el asunto que los han obligado a realizar; Él la mira, una sonrisa lobuna, recelosa, llena de secretos que se cuelan por la oscuridad de...