𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬

520 59 17
                                    

"Adeline estaba con el pelo esparcido por la hierba mientras le caían gotitas de sudor por la frente y su uniforme de Quidditch estaba aplastado contra el campo, mientras Anthony Goldstein mordía una manzana y cerraba su libro.

—Fuiste bastante rápida esta vez.

—Lo noté—dijo, mientras Anthony le quitaba un rizo pegado a su frente—Dios mío, estoy destruida.

—Te ves bonita estando destruida.

—Cursi.

Él rió—Es tu culpa.

—Si sigo así, incluso podría dedicarme a esto en el futuro.

La brisa fresca le revuelve el cabello dorado y él asiente—deberías. Deja atrás eso de ser Auror y se feliz en el Quidditch. Yo seré tu representante y tú mi Estrella.

—¿Tú estrella?

—Obviamente—apoya la cabeza en su propio hombro y suspira mirando al horizonte—En el futuro, claro. Todavía necesitas graduarte como la mejor de Hogwarts.

—¿Estarás conmigo en el futuro?

Anthony se encoge de hombros—Si. Incluso si esto termina, podemos seguir siendo amigos. O amantes fugitivos y nos reuniremos cada noche en una cueva para tener sexo y llorar sobre nuestros hombros.

Adeline sonríe y sus ojos se encogen—Te besaría, pero estoy sudada.

—¿A quien le importa?

—No seas asqueroso.

Él se recuesta junto a ella—¿Como van las cosas con Riddle?

—No lo se, creo que nos vamos a divorciar.

—¿Cuando te haz casado con él que yo no me he enterado?

—Hace un tiempo.

Ambos mantienen el silencio un momento antes de soltar una risa y apoyarse de una manera en que ambos pudiesen verse a la cara.

—Que dios te libre.

—Sería tan extraño—confiesa—no me lo imagino. Es atroz. Pero creo que estamos apunto de separarnos. Es un desastre. Sus ganas de lastimarme son irritantes. Ya he perdido una cantidad considerable de sangre.

Y como por arte de magia, el ondulante abrigo negro de Riddle les muestra su figura y la de sus amigos, caminando unos metros más allá en dirección al establo. Figuras altas como centinelas e imponentes como caballeros de brillante armadura.

Ambos alumnos con las ropas esparcidas en la hierba observan al grupo de jóvenes desaparecer colina abajo. Adeline se acomoda el cabello y dice: —Si te soy sincera, ellos me aterrorizan.

—¿A quien no?

—Algo ocultan.

—Evidentemente.

—¿Crees que hayan matado a alguien?

Anthony se pone de pie, se quita un diente de león de la manga y se encoge de hombros, girando la cabeza hacia el lugar que el grupo de jóvenes de vestimenta negra y costosa había ocupado hace un minuto antes de desaparecer entre la niebla—Addie, Addie.

Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora