Los Celos de un Slytherin

5. Obsequios.

Habían pasado varios días sin que el rubio ni la castaña hablasen. Era normal que los primeros días no se acoplaran fácilmente a los horarios; sin embargo, tres semanas habían pasado ya, y los días ya eran más tranquilos.

Era el día del cumpleaños de Hermione. Aquella mañana había ido al Gran Comedor a desayunar junto a Ginny y Harry. Ambos habían reanudado una relación de amistad, aunque en el pasado tuvieron fuertes atracciones.

La sala común de Gryffindor estuvo engalanada de globos de fiesta y demás bromas. Gritos, vitoreos y felicitaciones abundaron en la estancia. Hermione se sentía halagada de ser portadora de tanto cariño.

Se sentó en su mesa, con Harry y Ginny a cada lado. Ronald frente a ellos, le había dedicado un feliz cumpleaños apenas audible, pues estaba ocupado haciendo su papel de lapa con Lavender.

Se sirvió tan sólo una tostada con mermelada y un jugo de calabaza, cuando tres lechuzas se posaron sobre su mesa. Dejando tres paquetes elegantemente forrados. Uno en terciopelo azul, otro en papel dorado, y el último en color plata.

Leyó la primer tarjeta, mientras que todos los leones, algunas águilas, los tejones y pocas serpientes; observaban con curiosidad.

Querida nieta:

Antes que nada, ¡feliz cumpleaños número dieciocho! Oficialmente has dejado de estar bajo mi tutela; pero sabes bien que por ningún motivo te irás de la Mansión.

Me hubiera encantado que pasáramos juntas tu festejo, pero no te preocupes. Cuando vuelvas en navidades te prometo una gran fiesta.

Apenas me acostumbro a usar estos "medios de comunicación" de ustedes los magos, sin embargo, sabes que soy lo suficientemente sabia e inteligente como para aprender rápido.

Te tengo agradables noticias... Mi buena amiga Isabel, me ha otorgado el título de Condesa. ¿Puedes creerlo? Este titulo solamente se otorga a las personas realmente cercanas a la realeza. Y bueno, sabes que la Reina y yo, somos buenas amigas desde hace varios años.

Ella te envió un paquete de cumpleaños, y sus mejores deseos. Me pidió que te lo hiciera llegar. Al igual que Enrique, quien me pidió que te enviara el paquete, pues el no sabía la ubicación de tu escuela, ni como enviártelo.

Sabes de mi pensamiento sobre ese chico. ¡Es perfecto para ti, hija! Es un príncipe. Pero no te presionaré, todo llegará en su momento. Por cierto, el me contó que tiene intenciones de formalizar una relación contigo. No tendría problema en arreglarte un compromiso con él, lo sabes. Pero la decisión es tuya.

Mis mejores deseos, y todo el cariño que puede haber en mi vida, es para ti.

Con cariño,

Rose Granger.

P.D. Me cuentas que te enviaron Rose y Enrique. Sabes que me encanta la cotilla.

P.D. Deberías aprovechar tu oportunidad con Enrique. No me odies, sabes que quiero lo mejor para ti.

Hermione suspiró, realmente molesta y a la vez alegre de recibir una carta de su abuela. Sabía que Rose no era una mujer interesada, mucho menos la casaría por dinero. La familia Granger tenía el dinero suficiente y sobrante para no envidiar a nadie. Sin embargo, le molestaba que su abuela intentará comprometerla.

Abrió el paquete de su abuela, y se encontró con una caja de cristal cortado. Al abrir la caja casi plana y rectangular, sus ojos brillaron. Su abuela podía gastar mucho dinero comprando un simple obsequio para ella.