Epílogo

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5 años después

Los labios de la joven mujer castaña se curvaron en una sonrisa alegre. Sus ojos recorrieron cada línea de aquella 'corta' misiva hasta el final. El corazón palpitaba con más rapidez de lo normal.

Buenos días, amor:

Realmente deseo que éste día esté yendo bien para ti, porque, siendo sincero, el mío ha ido fatal. Hasta el momento he atendido a seis alumnos de Hogwarts que cayeron de sus escobas jugando quidditch... al parecer fue un accidente con las bludgers. Sin embargo, lo peor de todo, es que a pesar de tener más de doce años, no paraban de gritar. Apostaría a que son de Slytherin.

Eso fue lo primero. Después llegó la señora Hopkins, ¿la recuerdas? Cada vez es más fastidiosa. ¡Hoy intentó seducirme utilizando un ridículo vestido cortísimo color amarillo con estampado de florecillas! Se veía ridícula. El vestido se hubiese visto increíble en ti, pero por Merlín, la mujer tiene casi setenta años. Me plantó un beso —en la mejilla, aclaro— antes de irse, dejándome como si a una babosa le hubiese dado por pasear sobre mi cara.

Para rematar, tu 'absolutamente encantadora' abuela (espero que notes el sarcasmo, ambos sabemos que ella me sigue odiando) me escribió para informarme que tu bouquet no será de claveles, sino de rosas; por lo tanto, me dijo que tendría que irme olvidando del traje que ya había elegido desde hace meses. Insiste en que las rosas rojas no quedan bien con el color beige. Aunque, honestamente, yo creo que solamente está buscando excusas para rematar más nuestra boda.

No dejes que tus pacientes (o futura abuela) te arruinen el día. Odiaría que estuvieras de mal humor en tres semanas.

Por cierto cariño, hoy no podré almorzar contigo, tengo pacientes citados todo el día. Espero que Theo espante a todos ésos jodidos sanadores libidinosos que te miran como si fueras el postre. Te veo en la noche, recuerda que hoy tenemos nuestra prueba de banquete.

Te ama,

A. R.

—¡Sanadora Granger!

La bruja se giró bruscamente al escuchar que le llamaban.

—Dime, Tiffany.

La jovencita la miró nerviosa, sus mejillas rojas la delataban. Era una interna, y por lo tanto, estar hablando con la mejor medimago de todo Inglaterra en el área de Daños Provocados por Hechizos, y además, especializada en Maleficios Antiguos, era un absoluto honor. Eso, sin sumar que era Hermione Granger. La mejor amiga de Harry Potter y Ron Weasley: el primero, salvador del mundo mágico y ahora, el jefe del departamento de aurores más joven; mientras que el pelirrojo era el guardián estrella de los Chudley Canons. Hermione también era la chica que robó el corazón del famoso jugador búlgaro, Viktor Krum; también la antigua prometida del difunto príncipe de Inglaterra, asi como la única bruja a la que Draco Malfoy le entregó un anillo de compromiso hacia mas de cinco años. Lamentó el rompimiento de ésa famosa pareja que había destruido toda clase de prejuicio al planear un futuro juntos.

Ahora, Hermione Granger estaba a punto de contraer nupcias con su colega, el también famoso Alec Rosier. O mejor conocido por el personal de San Mungo como el 'Sanador Sexy'.

Estaba segura de que ahora sí estaba roja como un tomate.

—Re—recordó mi nombre...

Hermione sonrió, sintiendo que de pronto la embargaba un sentimiento de ternura.

—Ya llevas seis meses aquí, si no me equivoco —la rubia asintió, frenética— haciendo tu internado en San Mungo, Tiffany. Además, jamás olvido a las personas sobresalientes...

Los Celos de un Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora