47. Doble y agridulce boda.

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Las hojas de los árboles que rodeaban el campamento estaban desperdigadas entre sus raíces salientes haciendo alguna especie de mullidos almohadones. El otoño había llegado y dentro de poco el crudo invierno que se manifestaba con más fiereza en ése país.

Draco estaba sentado sobre una gran roca, admirando el horizonte con un mar de pensamientos surcándole la mente.

Estaba preocupado.

Theo le envió una carta unos días atrás informándole que el colegio al que asistían había sido atacado el viernes.

No podía dejar de preguntarse si ella estaba bien...

—Malfoy, aquí estás —la voz de Ginny lo sacó de sus cavilaciones. Estaba parada junto a la roca en la que él estaba.

—No, en realidad soy un fantasma —le respondió con sarcasmo.

La chica rodó los ojos, pero Draco no lo notó ya que él ni siquiera la miraba.

—Blaise dice que es hora de irnos, ya hemos desarmado el campamento sin tu ayuda —agregó con cierto rencor en la voz, pues Malfoy no se había acercado a ayudar.

—¿Y a él quién lo puso al mando?

Ginny contuvo un jadeo frustrado.

—La boda es en dos días, hay un ensayo ésta tarde. Tú eres el maldito padrino, Malfoy.

—Yo no se lo pedí —masculló.

Escuchó que la pelirroja soltó un bufido antes de dar un par de pasos.

Perfecto, ya se iba y lo dejaría en paz de una buena vez, pensó. Sin embargo, al girar el rostro a la derecha para confirmar que se había ido, descubrió una mano sosteniéndose del borde indefinido de la roca.

—¿Qué diablos?

—Vamos, no te quedes mirando y ayúdame a subir —le dijo entre respiraciones entrecortadas.

—¿Por qué lo haría? —inquirió, aunque sabía que no le interesaba.

No obstante, vigilaba de reojo que Weasley no se fuera a resbalar; después de todo, era la jodida novia del jodido Blaise.

¿Por qué tuvieron que relacionarse con mujeres tan complicadas?

—De cualquier modo, no te necesitaba —haciendo gala de sus entrenamientos y agilidad, la bruja logró subir sin impedimento alguno. Escaló con bastante facilidad la roca apoyándose totalmente en sus brazos—. Hazte a un lado —sin tener opción, Draco se movió para dejarle espacio a la no invitada.

Hubo un largo silencio en el que ninguno de los dos se atrevió a proferir palabra, el rubio estaba impacientándose; hasta que la chica lanzó una pregunta que habría preferido, la mantuviese guardada.

—¿Cómo fue?

Rodó los ojos.

—¿Cómo fue, qué? Especifica —le dijo irritado.

Ginny suspiró, y se preparó para lanzar la pregunta a su más puro estilo. Directa y sin rodeos.

—¿Cómo fue que te enamoraste de Hermione?

Los Celos de un Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora