Draco observaba el corto pergamino que reposaba en el buró junto a su cama. Se dejó caer de nuevo en su grandísima cama forrada de sábanas de seda verde Slytherin mientras ponía una mano en su frente.
Un dolor punzante afloró en su cabeza cuando observó la mano que hacía un segundo tapaba sus ojos. ¿Dónde demonios había quedado su maldito anillo? Siempre lo usaba. Cuando iba a los bailes a los que solían invitarlo antes, a los eventos de la aristocracia sangre pura, nunca se separaba de él, ni siquiera en la escuela. Incluso en los entrenamientos y partidos de Quidditch...
—¡Merlín!
Se puso de pié de repente, recordando que, luego de que ganaran el último juego contra Gryffindor –no pudo evitar una sonrisa orgullosa al recordar cómo había atrapado la snitch antes que Potty–, él se había dirigido a las duchas que estaban predispuestas para que los jugadores se bañaran luego de un arduo entrenamiento o de un partido.
El recuerdo de que se había quitado el anillo un momento para bañarse, vino a su mente. ¡Joder! Lo había dejado en uno de los lavabos, y cuando salió, ni siquiera se acordó de recogerlo. ¿Quién había osado robar ese anillo que fuera de su poder, tenía un valor sentimental para él? Su padre se lo había dado al cumplir los ocho años, y le había prometido a su madre usarlo siempre.
De pronto escuchó unos suaves golpes en la puerta. Se sentó a la orilla de la cama, mirando de soslayo la nota que responsaba junto a su cama.
—Adelante —dijo.
Inmediatamente, una sonriente Hydria entró a la habitación, casi dando saltitos mientras sonreía alegremente. ¡Oh sí! Había olvidado que la había invitado a quedarse con él en la Mansión Malfoy. Hacía una semana que habían salido de Hogwarts, y desde entonces Hydria se quedaba allí. Se sentía algo deprimido sólo teniendo a los elfos como compañía, y no había visto a Hermione porque ella estaba de viaje con Rose en Francia. ¡La extrañaba, joder!
—Buenos días, primo —caturreó Hydria, acercándose a apretarle suavemente la mejilla mientras se sentaba junto a él.
Notó que ya estaba vestida para salir, ¿pero a dónde? Todavía ni siquiera le informaba lo de Theo.
—Buenos días —saludó mientras bostezaba.
—¿Crees que lo olvidé? —preguntó con una gran sonrisa.
Draco frunció el ceño, claramente confundido.
—¿Olvidar qué, Drya? —preguntó poniéndose de pié.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando la chica casi lo tiró al darle un fuerte abrazo.
—¡Feliz cumpleaños Draco! —exclamó besando su mejilla.
Draco rió, mientras le devolvía el abrazo a la joven.
—¿Puedes creer que olvidé mi propio cumpleaños?
—Oh por supuesto que lo creo —le dijo con burla—. No me hagas caso —le guiñó un ojo—. Vamos a lo importante, tu regalo.
Los ojos del ex Slytherin brillaron de la emoción. La chica Black no pudo evitar reír suavemente al verlo.
—¿Qué es? ¿Qué es?
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Los Celos de un Slytherin
Fiksi PenggemarLa vida de Hermione Granger dio un inesperado giro luego de la muerte de sus padres. Fue acogida por su adinerada abuela muggle, luego asediada por un príncipe, y... ¿Otro príncipe más? ¿El de Slytherin? Draco Malfoy heredó todo en cuanto Lucius f...