30. El anillo de los Malfoy.

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Una sonrisa alegre se formó en los labios de la elegante mujer, y sus ojos brillaron de la emoción.

—¡Draco, querido! —exclamó antes de acercarse a él para darle un fuerte abrazo.

—Rose —saludó el chico, mientras, todos –a excepción de Hermione– veían con extrañeza que el rubio le devolvía el abrazo con la misma efusividad.

—Ha sido una sorpresa verte —le dijo Rose, apretando su mejilla con ternura.

—Me temo que quien se siente honrado soy yo, Rose. Hermione y yo te hemos echado mucho de menos —el ojigris pasó un brazo en la cintura de la castaña, atrayéndola hacia él.

—¡Oh! ¡No se imaginan la falta que hacen en esta casa! —dijo mientras le daba un abrazo a ambos. Luego su mirada cayó en los acompañantes de sus jóvenes favoritos— ¿Debería saber quiénes son ellos?

Hydria dió un paso adelante, llevándose una mano al pecho fingiendo estar ofendida.

—Me lastimas, Rose —le dijo tristemente.

Los ojos de la abuela de Hermione se abrieron desmesuradamente antes de soltar una pequeña risita.

—Disculpa querida, comprende que estoy vieja y de vez en cuando mis ojos no son muy eficientes —dijo con una sonrisa—. Ven aquí.

La chica se acercó, y recibió un cariñoso abrazo de Rose.

—Es un placer verte de nuevo, Hydria.

Los demás se miraron incómodos, sin embargo, el grupo sangre pura se mantuvo tranquilo, bastante de hecho, al darse cuenta de las dimensiones de esa Mansión y de la elegancia de la mujer. Era obvio que la pequeña familia Granger era adinerada y de élite. Aunque bueno, eso ya lo sabían.

—Abuela, ellos son amigos nuestros. Seguramente ya te enteraste de que anoche salimos a un pequeño festejo —habló Hermione.

De pronto los ojos de Rose se entrecerraron, mientras negaba con la cabeza.

—Créeme que medio Londres ya se enteró —dijo decepcionada—. Tu nombre está en la sección de espectáculos del periódico. "El escándalo de la heredera Granger" —recitó—. Aunque me siento bastante molesta por ello, creo que no es momento para hablar de eso.

—¿De verdad salí en los diarios? —preguntó apenada.

—Oh cariño, lo estás. Todos ustedes —los señaló—. No obstante, no son tan reconocidos en el "mundo muggle" como ustedes le dicen —dijo haciendo comillas con las manos—, el punto es... —suspiró— Ya hablaremos sobre eso, Hermione. Ahora, preséntame a tus amigos por favor.

La castaña largó un suspiro mientras asentía.

—Abuela, ellos son Ronald y Ginny Weasley, amigos míos desde que nos conocimos en Hogwarts —señaló a ambos pelirrojos, que un tanto tímidos, extendieron una mano hacia la mujer.

Rose los estudió con la mirada un breve segundo antes de fruncir el ceño. ¡Pero qué falta de modales! ¿Acaso no saben que deben mirar a los ojos mientras saludan y mínimo proferir un hola? Pensaba molesta. Sin embargo, saludó a cada uno atentamente. Pero Hermione no ignoró ése ligero desdén de la abuela, y los demás tampoco; ni siquiera los mismos Weasley.

—Un placer, señora —le dijo Ginny con el mentón bien alto.

Bueno, quizás debería juzgar a ése par por separado.

Luego señaló a Luna, que seguía con la mirada algunas pelusas en el aire.

—Ella es Luna Lovegood.

Los Celos de un Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora