Los Celos de un Slytherin

7. Amistad descubierta.

Se despertó sintiendo un dolor punzante en la cabeza, y al abrir los ojos los rayos de sol la impactaron de lleno.

Rápidamente se incorporó al darse cuenta que no estaba en su habitación.

Primero, porque ella era prefecta de su casa, y tenía una habitación para ella sola. Segundo; ¿Por qué diantres estaba decorada con los colores de Gryffindor?

Se miró a sí misma y se dió cuenta que lo único que la cubría era una sábana de seda roja. Y al girarse a su derecha...

-¡Potter!

-¡Parkinson!

Gritaron al unísono, mientras la morena se cubría con la sábana alejándose todo lo posible de él. Un gran error, pues El Niño que Vivió no llevaba nada puesto.

-¿Qué haces aquí? -exclamó con el corazón latiéndole rápidamente.

-¿Tú qué haces aquí? Ésta es mi habitación. -dijo el pelinegro, mientras se colocaba los lentes.

-¿Y por qué demonios estamos desnudos? -gritó al borde de la histeria.

Harry la miró con cara de miedo, y se alejó todo lo que pudo de ella; cubriéndose con una almohada, claro.

-Tú... -balbuceó. -¡Me violaste! -exclamó el Gryffindor.

La chica enredada en la sábana, comenzó a buscar su ropa, que estaba toda regada por el suelo.

Un dolor en la cabeza hizo que ambos soltaran un gemido de dolor, y entonces recordaron todo.

La fiesta sorpresa de Hermione, el exceso de copas de Pansy, la invitación a bailar de Harry a la morena, la cercanía de ambos, el beso que Potter le robó, las botellas de whisky, cómo entre besos y totalmente bebidos llegaron hasta la Sala Común de Gryffindor, y posteriormente, a la habitación del chico...

-¡Esto fué de ambos! -dijo la morena mientras se ponía su ropa cubriéndose con la sábana.

El chico suspiró y sin decir una palabra se fue a cambiar al baño.

Un minuto después salió, completamente vestido y con el cabello mojado mientras se lo peinaba con las manos, y alguno que otro mechón rebelde caía en su rostro.

Pansy ya estaba vestida, y al observarlo salir así, no pudo evitar morderse el labio inferior. Pero luego recuperó la compostura.

-Esto no puede saberlo nadie. -dijo seria.

-Totalmente de acuerdo. -respondió él, desviándole la mirada.

-Jura que no lo dirás a nadie.

-No haré ningún Juramento Inquebrantable.

-Dame tu palabra de Gryffindor entonces, supongo que eso debe valer algo. -exigió, rodando los ojos.

-Bien. Te prometo que no diré nada sobre lo de anoche. -dijo él.

La chica asintió, y se disponía a irse, cuando...

-Parkinson, espera. -la nombrada se giró, y Harry se acercó a ella.

-No necesito prometer nada, te aseguro que esto me da más vergüenza a mi que a... -no pudo terminar, pues los suaves labios de Harry Potter la silenciaron de inmediato.

[...]

Había pasado el mes de septiembre, y octubre. Se encontraban a inicios de noviembre y las vacaciones navideñas muy cerca.

Hermione y Draco solían saludarse, e incluso conversar en horas libres. Su relación se había vuelto una amistad cercana, y ambos se tenían mucha confianza.