23. ¿Embarazada?

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Sus silenciosos pasos la hicieron llegar hasta la entrada de esa casa que jamás en su vida imaginó que iría. Se secó las lágrimas antes de tomar aire.

Dos toques.

—Buenos días —dijo con un poco de diversión—, disculpa que me presente a esta hora pero... Es urgente que hable con Harry.

La pelirroja asintió, y se hizo a un lado para dejarla entrar.

—¡Harry! ¡Te buscan! —la adormilada voz de Ginny se escuchó desde la planta baja, despertando a todos los moradores de la Madriguera.

—¿Podrías bajar la voz? Existimos personas que queremos dormir —Percy habló desde el segundo piso.

—Disculpen —miró a George, Ron y Percy que le clavaban la vista con molestia—, pero enserio buscan a Harry. ¡Harry!

Sus gritos hicieron que incluso Molly se asomara por las escaleras. Se veía furiosa.

—¡Ginevra Molly Weasley! ¿Puedes callarte de una vez? ¡Son las tres de la mañana!

La chica abrió los ojos desmesuradamente y habló ahora en tono más bajo:

—Disculpa, mamá.

La mujer asintió, y Ginny escuchó como Ron llamaba a Harry. Él pelinegro no tardó en bajar las escaleras; el pelo lo tenía completamente revuelto y se estaba colocando los lentes, sin exceptuar que llevaba su pijama puesta. La chica Weasley sintió entonces tanta nostalgia, y recordó por qué había estado enamorada de él tantos años. Sin embargo, sus sentimientos hacia el joven ahora eran simplemente fraternales y de verdad deseaba que Pansy lo hiciera feliz. Después de tanto sufrimiento y pérdidas, él merecía encontrar la felicidad.

—¿Qué sucede, Gin? —le preguntó con voz pastosa—. Son las tres de la mañana.

La pelirroja le pasó los dedos por el cabello, en un vano intento por acomodárselos, y sonrió con nostalgia.

—Pansy está en la sala.

Si Harry se sorprendió, no lo demostró, pues dedicándole una sonrisa de agradecimiento a la chica, se perdió en busca de su novia.

La Slytherin estaba vestida como si fueran las tres de la tarde, en vez de las tres de la mañana. No llevaba maquillaje puesto, sin embargo, eso sólo resaltaba su belleza natural. Portaba un vestido rosa pálido holgado de corte griego y hasta las rodillas. Unos zapatos de suelo que la hacían lucir más baja, pero no demasiado, pues ella era alta.

Sin embargo, por más hermosa que se viese, algo la atormentaba. Sus ojos verdes se veían enrojecidos y su sonrisa no era alegre...

—Pansy... —no alcanzó a terminar, pues inmediatamente la chica se lanzó a sus brazos, sollozando en su pecho.

El Niño que Vivió estaba sorprendido, pero más que eso, preocupado porque algo malo le sucediera a la joven.

—¿Cariño, estás bien? —su voz tan dulce y preocupada le hizo levantar la vista.

Se separó de él, y se giró para secarse las lágrimas.

—Pansy, ¿qué te sucede? —sus manos se envolvieron en las suyas.

No soportaba el llanto. No sabía cómo decírselo. Joder, eso había sido culpa de ambos pero...

—Estoy embarazada.

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Estúpido sol, fué su primera frase del día, al sentir los cálidos rayos del astro rey filtrarse entre las cortinas de la alcoba que se le había otorgado.

Los Celos de un Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora