13. Porque no la amaba.

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La semana transcurrió rápidamente en ambas mansiones. Draco se dedicó a visitar las empresas, hacer ajustes y vigilar que todo estuviera funcionando bien. Se la pasó en casa, rememorando aquel beso del que ella no se acordaba.

Mientras tanto, Hermione había tenido una semana bastante agitada, entre la búsqueda y diseño de su vestido para el sábado; la lista de invitados y entrega de invitaciones, los días se le pasaron volando. Pero su mente también tenía lugar para aquello que ella aún conservaba como un misterio... ¿Qué le respondería a Enrique cuando le pidiera matrimonio?

No era que lo considerara un mal chico o un prospecto inadecuado; por supuesto que no. Su abuela, incluso, estaría encantada con aquel compromiso, y a ella le gustaría verla feliz... Pero no podía casarse por obligación.

Unos toques en la puerta de su habitación de distintos tonos de morado y algunas tonalidades café en ciertas partes; la sacaron de sus pensamientos.

-Adelante. -dijo mientras alisándose algunas arrugas de su camisón de dormir, se ponía de pié.

Una mujer alta, de algunos cuarenta años, vestida sofisticadamente y de cabello oscuro y ojos entre el verde y el azul; entró a la habitación de la joven con un paquete en las manos.

-Hola Claire. -dijo, mientras le daba un beso en cada mejilla a la mujer.

-¿Cómo te encuentras hoy, querida? -le preguntó, mientras colocaba el paquete en la inmensa cama de la castaña.

-Muy bien, gracias. Un tanto nerviosa. -sonrió. -¿Qué te trae por aquí?

-Rose decidió cambiar el vestido en el último momento... -la chica suspiró frustrada. Amaba a su abuela, pero siempre solía interferir en sus asuntos. -Es ése, espero que te guste.

-Bueno, supongo que me lo tengo que poner... -comentó como si fuera una carga.

-Órdenes de la abuela, Hermione. -canturreó. -¿Necesitas ayuda? 

-No, gracias. En un rato me iré a bañar, y el "equipo"... -hizo comillas con los dedos, refiriéndose al personal encargado de su embellecimiento facial y de cabello. -Que pidió mi abuela llega a las tres, supongo que ellos me podrán ayudar. Ve sin cuidado.

La mujer se acercó, y antes de besarle la mejilla, le dedicó una cálida sonrisa. Casi maternal.

-Te deseo suerte. Rose me ha dicho lo de Enrique... -dijo en voz baja. -Piénsalo bien. La decisión es solamente tuya.

-Lo sé, Claire. Gracias. -la diseñadora asintió, y se retiró de la alcoba de la Gryffindor.

**

La mansión que se mostraba ante su vista era impresionante. No se comparaba con Malfoy Manor, por supuesto. No por el tamaño, porque las dimensiones parecían ser las mismas; sino el diseño. Su casa era un tanto más gótica, obviamente por sus cientos de años de antigüedad, pero esta era bastante moderna y con un diseño algo barroco. Además que el lugar en el que vivía seguía siendo frío y con viejos recuerdos de un pasado doloroso y triste.

Su casa estaba en las penumbras de la soledad, los meses que asistía a clases tan sólo la habitaban tres elfos que habían estado allí desde su infancia. Sin embargo, fuera como fuera, no había querido deshacerse de su Mansión. Pues a pesar de los recuerdos terribles, la casa albergaba para él, un valor sentimental.

Los Celos de un Slytherin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora