Desayuno

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Decir que el alfa no se había sumergido en las cinco películas de Los Juegos del Hambre durante el fin de semana sería deshonesto. Ahora, de manera concluyente, tiene que reconocer que la saga es realmente fascinante y lamenta haberse burlado de su hermana durante tantos años.

Sin embargo, su mente aún no logra superar la idea de que el omega podría estar profundamente enamorado de Josh Hutcherson o Sam Claflin, al igual que su hermana. Pero, dejando de lado ese detalle, la cuestión es que ya era lunes y debía dirigirse al trabajo en su empresa, donde ansiaba ver al joven y atractivo castaño. Deseaba poder percibir su fragancia, pero era prácticamente inexistente, y detestaba esos supresores que Louis utilizaba, ya que parecían de excelente calidad al no dejar rastro alguno del distintivo aroma del omega.

La pregunta sobre cómo sería su aroma persistía en su mente desde el primer día en que sus ojos verdes se posaron en el castaño. Imaginaba que debía ser algo dulce y delicado, como él, o quizás algo fresco, como un vaso de limonada en verano.

¡Maldita sea! Harold, concéntrate, no es momento de fantasear con Louis, eres su jefe.

Golpeó el manubrio con impaciencia, esperando que el semáforo cambiara a verde. Estaba a unas cuadras de la empresa y su cabeza le dolía. No había desayunado, su cafetera estaba rota, así que ansiaba llegar a su oficina para tomarse un café puro.

Harry llego a la empresa envuelto en un traje oscuro y elegante, resaltando su presencia con tonos de azul marino que contrastan con su tez. Cada pliegue y doblez de su atuendo habla de la atención meticulosa que dedica a su apariencia profesional.

Al estacionar su auto, un sedán negro reluciente, demuestra su gusto por la sofisticación. Las líneas pulcras del vehículo reflejan su estilo de vida ordenado y disciplinado. Un destello del sol de la mañana resalta la pintura, añadiendo un toque de elegancia a la escena.

La empresa, un edificio moderno de acero y cristal, se yergue con imponencia. Los ventanales reflejan la luz del sol, iluminando la entrada principal. Al adentrarse, el alfs se encuentra con un vestíbulo pulcro y contemporáneo, donde la recepción se mezcla con muebles minimalistas. Secretarias diligentes ocupan sus escritorios, creando un ambiente eficiente y profesional.

Al abordar el ascensor, el rizado aprovecha el breve viaje para repasar mentalmente sus obligaciones del día. El ascensor, un espacio de transición, es silencioso pero lleno de anticipación. Cuando las puertas se abren en su piso, Harry emerge con confianza, su paso resonando en el suelo pulido.

Saluda a las secretarias con un cordial "buenos días", reconociendo su importancia en el engranaje de la empresa. La interacción amable pero profesional subraya su compromiso con un ambiente laboral armonioso.

Harry suspiro al entrar a su oficina, dejando su maletín cuidadosamente en la mesa antes de acomodarse en la silla giratoria. Con un giro suave, se sentó frente a su escritorio y torció el cuello, buscando alivio en ese simple gesto. Luego, apretó dos números en el teclado del teléfono, marcando la extensión de su secretaria.

-Beatrice, buen día. -saluda, su tono formal pero amigable resonando en la habitación.

-Señor Styles, buen día.-

-¿Estás ocupada?-

-No, señor. ¿Qué es lo que necesita?-

-¿Puedes traerme un café negro, un té de manzanilla y esas galletas de miel que Margaret guardó en la alacena?- solicita con un tono sereno.

Beatrice asiente virtualmente al otro lado del teléfono y responde con profesionalismo:

-Por supuesto, señor. En unos minutos estará todo en su escritorio.-

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